La diáspora del movimiento guerrerense de poesía

Andrés Cisnegro

Si hay un movimiento poético que represente un trabajo sistemático desde cada una de las aristas del orbe y al mismo tiempo la germinación de una diáspora polifacética y rica en su delta, es el del estado de Guerrero en los últimos quince años, que ahora nos permite sentir cómo han madurado sus diversos frutos.

Son casi dos décadas de dedicación para atestiguar dicha inversión, y me refiero a inversión, como esa capacidad de mapear, ir hacia la raíz y conformar un valor de flujo y luego, desde los cimientos, suscitar formas renovadas en retroalimentación con la crítica.

La Tarántula Dormida nace en 2001, por iniciativa de Paul Medrano, Erik Escobedo, Ulber Sánchez, Eduardo Añorve, Jesús Bartolo y Carlos Ortiz Zúñiga, que también es editor de la sección de cultura en Trinchera, desde 2004, y que ha sido clave para la difusión e impulso de las letras del estado que vio nacer a Ignacio Manuel Altamirano, José Agustín, Raúl Parra, por mencionar tres luminarias históricas. El colectivo aparte de hacer una colección de cuadernillos con veinte tomos que bosquejaba un panorama para la primera década del siglo XXI y una serie de coediciones, también organizó discusiones intergeneraciones y charlas con poetas de diversos grupos nacionales. Y entre 2004 y 2005 lanzaron una feria independiente, un primer encuentro de escritores locales y la revista Detrás de la raya.

Por otra parte, la doctora Gela Manzano Añorve compiló dos tomos, que fueron publicados por EON y la UAG, donde hace una Reunión de voces nuevas guerrerenses, 1960-1990 (Eón / UAG, 2014) y Vuelo de tigre. Antología de poesía guerrerense, 1940-1960 (Eón / UAG, 2014), en donde abarca como los títulos los dicen varias décadas de creadores locales, entre ellos, muchos de los que se han visibilizado a nivel nacional los últimos años. La presencia del doctor Camilo Valqui Cachi también ha sido muy importante para incitar a los alumnos de filosofía, hacia la creación literaria y artística en la Universidad.

Un movimiento crucial para el la concreción del panorama actual fue la gestión cultural de Oralia Ramírez, y que fue detonante para vincular a los círculos universitarios con el circuito independiente de poesía que en ese momento era eje del boom poético en el país. La realización de lecturas dentro de la Universidad y espacios independientes detonó en los nuevos poetas que comenzaban a publicar, un ánimo y canal de flujo natural hacia otros estados. Esto fue entre 2006-2008. La primera sesión fue con Max Rojas, luego Máximo Cerdio, Mario Meléndez, Armando Alanís Canales, Guillermo Vega Zaragoza, Marco Fonz. Ya en 2010 comenzó a realizar un festival llamado Manifestación del cuerpo a través del arte. Natividad Terrazas por su parte se sumó a ese impulso y le dio más cuerpo.

De ese brebaje es que Hubert Martínez Calleja que recién comenzaba su éxodo, búsqueda que derivó en Hubert Malina, y luego en su retorno terminó por asumir el nombre de Hubert Matiúwàa, ya con una postura más radical sobre representar la nación mè’phàà. Martín Tonalmeyotl, estuvo también en esos primeros pasos, y ahora es eje determinante para conocer la pluralidad de voces que escriben poesía en lenguas originarias a nivel nacional. En este contexto también se gestaron Blanca Vázquez, Adriana Ventura, Ramsés Belmar, Natalia, Xóchitl, Pável, Charlie Punketo, entre otros.

Es Acapulco Barco de Libros. Encuentro Nacional de Jóvenes Escritores, coordinado por Antonio Salinas Bautista y Yelitza Ruiz, el catalizador definitivo para potenciar esta nueva gesta de escritores a partir del 2008 y hasta 2017 que se convirtió en el Festival Nacional Acapulco Barco de Libros. Este encuentro fue la continuación del El sur existe, organizado por Humberto Aburto y Angélica Gutiérrez. Aquí desde los más jóvenes escritores se vincularon con los que ya tenían una breve trayectoria y los homenajeados, como Max Rojas, Juan Bañuelos, José Agustín, Ricardo Yáñez, Pura López Colomé, Elsa Cross, entre otros. Iris García Cuevas, Azul Ramos, Edgar Pérez Pineda, no pueden faltar en este período.

Poco después surge el Encuentro de Escritores de Pacífico, de mano de Jeremías Marquines, poeta laureado y controversial, donde el glamur y parafernalia de poetas oficiales y la gala se daban cita, igualmente en el puerto de Acapulco. Por su parte, Ángel Carlos Sánchez, es un pilar a nivel literario para el desarrollo de calidad y el cuestionamiento de fondo en el ejercicio poético, así como la toma de postura ante el medio.

Es frágil la línea de principios de siglo, donde el movimiento independiente, de la mano de las nuevas tecnologías se fue anexado a la labor institucional del Estado, y que en la crisis del cambio, se generó una diáspora que está disipada por todo el territorio nacional, con ejemplos aislados, así como el devenir de este movimiento organizado. Ahora mirando a la distancia, podemos ya figurar una época de oro, alrededor de 2010, en el Acapulco viejo, que se llenaba de poetas en el zócalo, el Fuerte y el Bar del puerto.

Pero el movimiento es más amplio. Está el caso de Florentino Solano, por ejemplo, en San Quintín, donde la cultura se genera en torno a la radio y la gestión de Martina Rojas en los campos. O le caso de Raymundo Manzanares, a quien conocí en el tren del metro de la Ciudad de México leyendo sus poemas, y que es uno de los artistas que viven gracias a su trabajo poético y teatral de un modo independiente. Otro caso, más popular es Julián Herbert, que ahora es ya una referencia de la literatura nacional, desde el norte del país.

Adriana Ventura y Geovani de la Rosa se han vuelto un equipo que no deja de ofrecer una crítica desde su quehacer familiar, otra importante trinchera. Jorge Manzanilla, oriundo de Mochitlán, al igual que Erasmo Nava Espíritu, ha sido muy dinámico, y un tiempo editó Grietas, junto a Adán Echeverría. Tanto Ventura, Manzanilla, Raymundo, son figuras del Torneo de Poesía a nivel nacional de Verso Destierro. El vínculo con el Estado de México ha sido a través de Jesús Bartolo Bello, icónico poeta cuyo padre fue desaparecido, y es punto de partida con su libro El viento me pertenece un poco.

René Rueda lo conocí en el Hallazgo, junto a Max Ramos, y es una pluma fuerte de Guerrero. Al igual que Andrés Acosta, que ya es una referencia nacional. Recuerdo a Gustavo Zapoteco y a una poeta solitaria que vive en Ciudad de México, Oceana Manzanarez. Por supuesto Ángel Vargas, que ha desarrollado un estilo y una voz, muy cercano a Luis Armenta Malpica, y da una muy buena cara de la poesía guerrerense.

Zel Cabrera por su parte es un caso peculiar, que en un tiempo estuvo muy cerca del trabajo de Abraham Trujillo; una generación que ocupó el lugar de poesía joven o muy reciente de Estado, y que ha logrado un reconocimiento desde la centralidad de México. Y por supuesto el poeta infrarrealista, Edgar Altamirano, que firma como Edgar Artaud Harry, y su hermano Óscar. Igualmente que Raúl Parra, escritor que iluminó, ácido y puntal, desde el siglo pasado.

Cuando Acapulco se convirtió en una verdadera zona de guerra se comenzaron a escribir narco novelas y poemarios con la sangre de los muertos cercanos. Recuerdo Serial, de Antonio Salinas y de modo más aislado, un libro sobre el asesinato de su novio, de Alondra Berber. Rojo Siena, desde el ala independiente, con Roxana Cortés y Miguel Escabernal y los más jóvenes Ari J. González y Alexander Tadéuz, entre una nueva oleada de voces que se suman a la transmigración hacia latitudes fuera del país.

Erik Paul Salgado y Gaba Zavaleta, con Marisol Barrera Ocampo fundaron en Iguala, Kaleido Revista Literaria, desde un marco autogestivo, y junto con revista Asalto, de José Luis Zapata, son frutos dorados de esta época, en sintonía con Ícaro Ediciones, que funda Ulber Sánchez Ascencio, en 2020.

Comparto una breve lista de autores guerrerenses, Virgilio Bermúdez Núñez, Luz Alejandra Cárdenas Santana, Victoria Enríquez, Isaías Alanís, Efraín Villegas, Florencio Salazar Adame, José Villanueva Núñez, Patricia Gómez Maganda, María Eugenia Soberanis Nogueda, Antolín Orozco Luviano, José Gómez Sandoval, Benito Alberto Ucán, Areli Eunice, Lorenzo Esteban Juan Palacios, Humberto Aburto Parra, Pedro Escorcia, Javier Mariano, David Pérez Cortés, Maricela Quinto Gaytán, Iván Ángel Chávez, Julio Zenón Flores Salgado. También Óscar Cortés Tapia que participó también en un Torneo de Poesía Nacional. Damia Checa, Teresa Larumbe, Ana María González García, Evelia Flores Ríos, Óscar Basave Hernández, Citlali Guerrero, Noé Blancas Blancas, Omar Canek Elizondo Klimek, Federico Vite, César Omar Raygoza Méndez, Gabriel Brito, Emiliano Rafael Aréstegui Manzano.

Esto es parte de la historia y una breve muestra de lo que ha detonado y va a detonar Flecha roja, https://derechalaflecha.wordpress.com/, la más reciente iniciativa de Carlos Ortiz, Paul Medrano y Brenda Ríos, y que apunta a las promociones emergentes de poetas, hilvanadas al tejido de esta riquísima meseta.

Escribo desde la fortuna de haber conocido este movimiento desde sus inicios, y que festejo desde la alegría de charlar con sus protagonistas. La intención es compartir mis lecturas sin generar un marco de más o menos que, con ninguna jerarquía de por medio, ni tratando de determinar un mapa de importancias, sino llanamente una crónica desde el conocimiento por proximidad que he tenido hacia el desarrollo de este contexto y con la claridad de hacer una invitación para que se acerque el lector a indagar y disfrutar de la riqueza poética.

 

 

Cadáver abierto
a veintisiete voces

 

En Cruz de Corazón el escuadrón de la muerte rada. 

Todo iba insólitamente bien. Cuando cumplí ocho años

mataron a mi madre. Pablo Infante no lloraba.

Papá dijo que no te iba a matar porque eres sangre de su sangre. 

Cuando llegaron los extraterrestres, todo cambió para ellos.

Deseo que mis conocidos mueran, antes que todos los soldaditos

de carne y hueso que ahora invaden el mundo. 

¿Recordarás mi nombre en la tormenta, o cuando

en la montaña cruja el filo de la tarde?

Enjabona los cuchillos pensando que no fue buena idea

invertir en un cámper de tacos. Cargábamos

cubetas como sombreros de agua. La fortuna de Polo

era el azar. No hay otro lugar donde la vida

viaje en un carruaje de buitres. Nunca tuve un empleo

que amara de verdad. Yo era un hombre

que mascaba vidrio y no engordaba.

A penas deleznable entre la magnitud esplendorosa.

El mundo te piensa en los hemisferios de la ira. 

–Tranquila, preciosura, cuénteme lo que sea. 

Encontraron sus huesos en posición fetal.

Alguna vez te has sentido tan solo como Andy

en el cuadrilátero tirando golpes a un desconocido.

Para darte sepultura, a caballo bajaron los de Malina.

Papá no tiene cuerpo, no tiene rostro, solo tiene un nombre.

La palabra no se ofrece, no se debe de ofrecer.

Les he dicho que en mi herida hay un pueblo muriendo de hambre.

En la portada estaba Agustín Lara con su perfil cadavérico. 

El cadáver de mi madre se ha sentado en la silla que no le
corresponde.

No te acuerdes que el cielo se hizo añicos.

No somos hijos de la chingada sino de la oscuridad y de la muerte.

 

 

Cadáver exquisito con versos de Emiliano Arestegui, Analí Lagunas, Ercik Escobedo, José Luis Zapata, Julián Herbert, Abraham Truxillo, René Rueda, Ángel Carlos Sánchez, Federico Vite, Azul Ramos, Adriana Ventura, Yelitza Ruiz, Brenda Ríos, Jesús Bartolo Bello, Ulber Sánchez, Iris García Cuevas, Ángel Vargas, Sandy Robles Tomás, Carlos F. Ortiz, Hubert Matiuwaa, Marillen Fonseca Analco, Martín Tonalmeyotl, Jorge Manzanilla, Edgar Pérez Pineda, Citlali Guerrero, Raymundo Manzanarez, Florentino Solano.




En "Las coronitas", Chilpancingo.

#DiarioDeSeries

Los favoritos de Midas: Ni amor ni anarquía

Jorge Aulicino

Seguramente el miedo a una conjura cósmica del anarquismo dominaba muchas mentes a comienzos del siglo XX. Al punto de que el reconocido socialista Jack London escribió un relato policial ambientado en Los Ángeles y publicado en 1901 en el Pearson’s Magazine, en el que el mano derecha de un potentado del transporte hereda un trust -el de los tranvías- y de inmediato comienza a recibir mensajes prolijamente ensobrados, y redactados con la formal cortesía de negocios del siglo XIX, en los que se lo intima a entregar una gran suma de dinero a cambio de que no muera una persona inocente. El planteo es diabólico. Los que firman se llaman a sí mismos “the Minions of Midas” (esbirros o servidores o sicarios de Midas). Y se declaran anarquistas. Jorge Luis Borges tradujo el cuento en 1934, para un suplemento del diario Crítica, como “Las muertes eslabonadas”. En 1951 lo incluyó como “Las muertes concéntricas” en la antología “Los mejores cuentos policiales”, que seleccionó con Adolfo Bioy Casares. La ola de temor sagrado acerca de la inteligencia diabólica de los anarquistas y su organización secreta probablemente fue tal que en 1908 G. K. Chesterton publicó su famosa “El hombre que fue Jueves”. 

  Ahora bien: London era socialista, marxista, pero también americano. Comprendió los fundamentos de una acción como la que plantea su relato y los expuso detalladamente en las cartas de los extorsionadores. Son, estos fundamentos, los criterios sociales básicos del marxismo que él compartía, aderezados con una confianza enorme en la inteligencia de los que inevitablemente debían vencer porque eran más aptos. Como se señaló más de una vez: un marxismo entrelazado con darwinismo social. London no disimuló sin embargo la monstruosidad del método (un método imaginario, por cierto, ya que no tenía nada que ver con el accionar real de los anarquistas). Y dejó los últimos calificativos en boca del extorsionado. 

  La serie española “Los favoritos de Midas” (2020) adapta el relato a una Madrid actual e imaginaria, no posapocalíptica, como ahora se usa decir, sino en todo caso pre-apocalíptica, sacudida por rebeliones callejeras que llevan la situación a un estado de guerra interna. El heredero lo es de un emporio mediático del que se empeña en mantener el viejo diario en papel, un lastre ya, desde el punto de vista económico. El estilo cortés anacrónico de las cartas amenazantes se mantiene, pero no el contenido. Los fundamentos marxistas de los sicarios desaparecen, sólo sobrevive su espíritu darwinista y autoconfiado. El  poder de la secta ha aumentado muchísimo. Prácticamente puede hacer cualquier cosa que se proponga avisando con diez minutos de antelación. Un policía comprende finalmente por dónde viene el hilo, pero se jubila. El extorsionado entiende asimismo, o parece entender, por qué la organización secreta se llama de los favoritos, no de los sicarios ni de los esbirros del rey mitológico que todo lo convertía en oro. En esta serie de seis capítulos la revelación del misterio interesa tanto como personajes y ambientes. Y habrá revelación. Por si alguien no la entiende, se abrieron algunos sitios de internet que explican el final.





#JugueteRabioso

El Sueño

Lola Ridge (Rose Emily Ridge – 1873, Dublin – 1941, Brooklyn) fue una poeta anarquista irlandesa-estadounidense y una influyente editora de publicaciones vanguardistas, feministas y marxistas. Es mejor recordada por sus largos poemas y secuencias poéticas, publicada en numerosas revistas y recopilada en cinco libros de poesía. Entre sus trabajos se destacan The Ghetto, and Other Poems (Huebsch, 1918), Sun-Up, and Other Poems (Huebsch, 1920), Red Flag (Viking, 1927), Firehead, (Payson & Clarke, 1929) y Dance of Fire, (Smith & Haas, 1935). Tal como indica Teresa Svodoba (The New Republic, 2016) “mucho antes de Virginia Woolf, esta poeta allanó el camino para la literatura feminista”

El Sueño

 

Tengo un sueño
llenar la dorada vaina . . . .
…………con el recuerdo de un día
(aire
denso, concentrado y azul
…………como el vapor del opio . . . .
cúpulas
encendidas entre niebla sulfúrica . . . .
mar
inactivo como una foca gris
y el sol emergente
brotando oro
…………sobre el pálido humo de Sydney
…………naciendo desde la bahía . . . . )
Pero el día es una copa invertida
y su sol una chatarra de hierro rojo
consumiéndose en agua verde estancada
¿Dónde podré verter mi sueño?





Mineras. Voracidad.

Del 30 de noviembre al 6 de diciembre de 2020

#1034

cultura

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