La maestra Fátima Veridiana Bahena Peña se estremece al recordar la noche del viernes 26 de septiembre cuando prestaba auxilio a un normalista de Ayotzinapa herido por las balas que dispararon sicarios del cártel Guerreros Unidos.
En el segundo ataque contra los estudiantes, en el periférico Norte de la colonia Industrial de Iguala, ella resultó herida de dos balazos. Un tiro le pegó en el pie derecho y otro en la espalda. A casi tres meses, sigue en rehabilitación.
Apoyada en muletas, la profesora de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación del Estado de Guerrero(CETEG), revive ese episodio frente a los padres de los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos la noche del 26 de septiembre, reunidos en el auditorio del ayuntamiento de Iguala, repleto de personas que llegaron para escuchar a los padres de los 42 normalistas desaparecidos.
“Yo me encontraba en mi casa cuando entró una llamada a mi celular de una estudiante normalista del CREN (Centro Regional de Educación Normal), quien desesperada me decía que los normalistas eran agredidos por policías municipales”, empieza la narración.
Agrega que ella y otros compañeros fueron a investigar y llegaron a la avenida Juan N. Álvarez y se percataron de que había tres autobuses abandonados con orificios de bala.
“Pensé entonces que la situación estaba muy difícil y que seguramente había estudiantes lesionados”, dice.
Después se trasladó a la avenida del Periférico Norte donde estaban reunidos los normalistas (donde citaron a los medios a una conferencia de prensa). Allí, justo cuando empezaban hablar los estudiantes, empezaron a atacarlos a balazos.
Cuando ella le ponía gasas a unos estudiantes que tenían lesiones leves, vio que en el piso estaban tirados dos normalistas (Julio César Ramírez Nava y Daniel Solís Gallardo) y que después se enteró de que ambos habían fallecido por las balas.
Pero ya no se dio cuenta de otras cosas, porque casi de inmediato fue herida de dos tiros.
Al otro día, en ese mismo lugar apareció el cuerpo sin vida y con el rostro desollado del estudiante normalista, Julio César Mondragón, El chilango.
En este punto, la maestra ceteguista no puede evitar el llanto, y el auditorio queda en el más completo silencio.
La maestra retoma la narración y recomienda a los padres de familia que no pierdan la esperanza y la fe. “A mí me pasó esto; me puse a disposición de Dios, y miren, aquí estoy”, valora.
La profesora mira a los padres de familia sentados frente al público y los anima: “Dios sabe que sus hijos están vivos y hay que luchar para encontrarlos”.
Les promete que ella seguirá apoyando la lucha de los estudiantes de Ayotzinapa para que haya justicia.
“¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”, exige la profesora al terminar su intervención.
De parte de la concurrencia vienen otras arengas. !¡Fuera Peña, fuera Peña!”, retumba en el pequeño auditorio del ayuntamiento donde hasta hace menos de cien días despachaba el ahora ex alcalde perredista José Luis Abarca Velázquez, quien es acusado de ser el autor intelectual de los hechos de la noche del 26 y 27 de septiembre.
Afuera en la explanada, hay un puesto con decenas de fotografías de personas desaparecidas cuando gobernaba Velázquez y su esposa María de los Ángeles Pineda, conocidos como La pareja imperial.
Es lunes 15, organizaciones sociales y familiares de víctimas por la delincuencia y del ex edil que militaba en la corriente perredista de Nueva Izquierda, le hacen un “juicio popular al narco gobierno”.
Hasta hace cien días, nadie se atrevía hablar de las actividades ilícitas del alcalde y su mujer. “Todos sabíamos que ellos eran los meros jefes de la mafia, pero si lo decías, al otro día amanecías cuando menos golpeado por la policía o levantado”, reconoce un señor.
Bajan de intensidad movilizaciones
Aquí en la capital del estado, luego de que el domingo 14 en la mañana se enfrentaron maestros y policías federales cuando agentes ebrios golpearon a un grupo de normalistas de Ayotzinapa y de la UNAM que preparaban el escenario para el concierto de rock Una luz en la oscuridad, las movilizaciones bajaron de intensidad.
Solo este viernes a mediodía, maestros de Guerrero y de otras entidades del país que militan en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), marcharon hacia el auditorio Sentimientos de la Nación, donde se llevó a cabo su Congreso Nacional.
Los que sí tuvieron varias jornadas de lucha, fueron los familiares de los normalistas desaparecidos y los del Movimiento Popular Guerrerense (MPG) de la región de la Costa Chica. Los padres de los jóvenes aún desaparecidos estuvieron el martes en Iguala en un encuentro con familiares de éste y otros municipios de la región Norte que también han sufrido el secuestro o levantón de alguno de sus seres queridos.
En el encuentro, se acordó establecer un frente común para realizar tareas para la búsqueda de sus familiares.
Luego de los hechos de los días 26 y 26 de septiembre, más de 300 personas decidieron denunciar de manera pública la desaparición de sus familiares por parte de la delincuencia organizada que era solapada por los tres niveles de gobierno.
Quizá las movilizaciones más fuertes de esta semana para exigir la presentación con vida de los jóvenes, fue la que el miércoles realizaron en Ayutla los militantes del MPG y la del jueves en Iguala, esta última por parte de padres de los normalistas.
En Ayutla, los del MPG, retuvieron más de seis horas a unos 200 militares que desde hace semanas instalaron un campamento en el punto conocido como El Ranchito y han establecido retenes en varios tramos de la carretera Tierra Colorada-Cruz Grande, en la región de la Costa Chica.
La demanda principal de las autoridades y activistas de esa región es la salida del Ejército. Se acordó la instalación de una mesa de diálogo.
Este jueves en Iguala, los padres de los normalistas desaparecidos se manifestaron frente a las instalaciones del 27 Batallón de Infantería.
Se exigió que el gobierno investigue a los militares por su presunta responsabilidad en los hechos de violencia ocurridos en Iguala.
Se espera que durante esta semana, las movilizaciones de los normalistas y maestros, sigan.
Está programada una gran marcha el 26 de diciembre en que se cumplen tres meses de la desaparición de los normalistas.
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