"El agua que nos está mandando la presidenta no se la quieren ni tomar los animales”, reniega una mujer frente un grupo de reporteros que encuentra en la calle y que confunde con funcionarios públicos.
“Está amarilla, con mucha tierra y huele a huevo podrido”, detalla y se niega a dar su nombre cuando se da cuenta de que está denunciando ante reporteros.
“No, para qué quieren que para la otra vengan sea a mi velorio, porque encontraron mi cabeza tirada por ahí”, justifica su mesura.
En la cabecera municipal del municipio de Mártir de Cuilapa, Apango, todos sufren la escasez del agua: desde hace 20 días pobladores de la comunidad de Zotoltitlán, donde se encuentra el principal abastecimiento, cerraron las llaves de suministro. La razón: presionar a la presidenta municipal, Felícitas Muñiz Gómez, para que cumpla con las obras que les prometió.
Ahora la situación es para preocuparse. La gente no tiene agua ni con que lavar los trastos y la ropa, ni para el aseo personal. Y peor aún: en unos días el costo por llenar un tinaco de mil 100 litros pasó de 130 a 200 pesos.
El tema recurrente en Apango es la escasez de agua. En el centro, en las colonias, en el centro de salud y en las escuelas. Por las calles la imagen de camionetas cargadas con tinacos con agua o de bestias con bules sobre el lomo, se replica a cada momento.
Hace 20 días, pobladores de Zotoltitlán decidieron cerrar las llaves a los dos tanques de agua que surten la cabecera municipal. En esa localidad se encuentra un manantial que se ha convertido en la principal fuente de agua.
Los habitantes tomaron la medida para presionar Muñoz Gómez. La edil se comprometió a construirles aulas y a entregarles fertilizante. No ha cumplido.
Pero las promesas no fueron un gesto genuino de la presidenta municipal. Los pobladores de Zotoltitlán, la Esperanza y Línea del río la apoyaron para que tomara posesión del cargo y del palacio municipal en septiembre pasado.
Después de que Muñiz Gómez ganó su segunda elección en junio de 2015 a través de Movimiento Ciudadano, los demás partidos protestaron: tomaron el ayuntamiento y determinaron que impedirían su toma de protesta. Para liberarlo, cuenta un poblador, la alcaldesa conformó un grupo de choque con unos 500 pobladores que enfrentaron con los manifestantes. De ese encontronazo resultaron heridas más de 20 personas.
Después de un mes y medio –ya con el control– Muñiz Gómez los regresó a sus localidades con la promesa de que los iban a ser recompensados con obras.
–Y si todos estaban inconformes con la alcaldesa, ¿cómo fue que ganó?
–Lana –ataja un poblador haciendo la seña de dinero.
Y continua: “Es digna de la SEIDO (Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada)”.
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La inconformidad por el agua no es un asunto nuevo. En el último año de su primer mandato, Felícitas Muñiz construyó dos pozos artesianos con los que dijo se resolvería el problema del agua. Fracasó. La construcción no fue suficiente y la cabecera municipal continuó dependiente de suministro de Zotoltitilán. La insuficiencia no fue lo único. La obra se construyó en un terreno particular sin permiso y, ahora, el ayuntamiento enfrenta una demanda por daños en propiedad ajena. Los dos pozos, forman parte una investigación financiera que hizo la Auditoría General del Estado (AGE) –a solicitud del Movimiento Ciudadano Apanguense– a tres obras por un monto de 23 millones de pesos que ejecutó Muñoz Gómez en su primer periodo.
De los dos pozos sólo funciona uno, pero el agua es poca y sin ningún tratamiento.
“El agua que se bombea de aquí para cargar las pipas sale muy sucia”, dice uno de los empleados del ayuntamiento que cuida las instalaciones.
Los pobladores de Apango y Zotoltitlán pactaron una tregua de cinco días, es decir, en la cabecera municipal los ocho mil habitantes recibirán agua, pero si la alcaldesa no cumple cerrarán otra vez la llave. Sin embargo, la tregua no ha logrado que el agua llegue a las casas.
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Hilaria Guzmán Sánchez espera en una de las calles polvorientas de la colonia Señor Santiago a que pase una pipa con agua. Necesita llenar su tinaco de mil 100 litros. Desde el 12 de febrero no tiene agua potable y en este tiempo ha tenido que desembolsar 260 pesos por rellenar su contenedor en dos ocasiones.
La edil Muñiz Gómez les prometió a los colonos de la Señor Santiago que les surtiría el líquido, pero eso ha ocurrido solo una vez. A Hilaria le preocupa porque debe cumplir con las necesidades para sus dos hijos y su esposo.
Hilaria vive la misma situación que las otras 30 familias de la colonia Señor Santiago.
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Al centro de salud, cada semana llegan unas 520 personas para recibir atención médica, explica el enfermero Leonel Salvador Fierro Francisco, antes de aplicarle una vacuna a una pequeña. Fierro Francisco es encargado de uno de los cuatro sectores en los que se divide la atención en el centro de salud. Dice que al igual que en toda la cabecera municipal en las instalaciones del centro de salud no tienen agua desde hace 15 días. Durante este tiempo cuenta han tenido que comprar dos pipas con agua para no afectar la atención.
Fierro Francisco advierte de los riesgos que corren los pobladores al estar consumiendo agua sucia y sin tratar. Afirma que se podrían venir cuadros de diarrea, enfermedades en la piel y cólera.
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Óscar Arrieta Guzmán, de 31 años de edad, tiene dos hijos que estudian la primaria y vive con sus padres y su abuela en una casa de lámina en la calle Aldama, en el centro de Apango. No tiene trabajo fijo, gana dinero con los cuaxtles (equipamiento para la silla de montar para caballos) que logra vender o con lo que le pagan cuanto de renta de peón.
En las semanas que le va bien, logra vender hasta siete u ocho cuaxtles a 50 pesos cada uno. Es decir su mejor sueldo no supera los 400 pesos semanales.
Pero desde hace 15 días su salario se reduce 270 pesos porque necesita llenar su tinaco una vez por semana. Y peor aún: se le podría reducir a la mitad, pues el negocio de la venta de agua está en auge y los vendedores han decidido cobrar 200 pesos por llenar un contenedor de mil 100 litros.