Se proclaman tres precandidatos a la presidencia de Cuajinicuilapa

Eduardo Añorve

De los seis o siete partidos políticos que han participado con regularidad en las elecciones municipales de los últimos veinticinco años, hasta ahora solo se han proclamado en público tres personas como precandidatos a la presidencia municipal de Cuajinicuilapa.

Madrid Zamora Cabrera, Yrineo Loya Flores y Edgardo Miguel Paz Rojas han manifestado en actos públicos su pretensión respectiva para ser candidatos a la alcaldía, y han tenido el respaldo de sus partidos.

Zamora Cabrera, por el Partido del Trabajo (PT); Loya Flores, por el Movimiento Ciudadano (MC), y Paz Rojas, por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM).

El domingo 6 de septiembre de este año, el matrimonio formado por Felipe Guerrero Campos y Madrid Zamora Cabrera (comerciantes de tortillas) fue nombrado encargado de la Coordinadora Municipal del PT en Cuajinicuilapa, en un acto en el que también se le tomó protesta a otros ciudadanos, en su calidad de representantes de sus localidades.

Con ese acto (realizado en su domicilio), a principios del mes de octubre, esta pareja y otros militantes y simpatizantes de ese partido iniciaron una serie de actividades de proselitismo político en el municipio, que incluyen, tanto obsequio de objetos del negocio del matrimonio que encabeza la coordinación, como servicios médicos gratuitos y cursos sobre equidad de género y derechos políticos.

Zamora Cabrera ha estado promocionando su persona para convertirse en la candidata por el PT que aspire a ganar las elecciones municipales.

Todavía hace unos meses, esta exregidora del ayuntamiento que encabezó Yrineo Loya Flores (del PAN) y exfuncionaria del gobierno de Constantino García Cisneros (de la alianza PRI-PVEM) promovía a éste y lo apoyaba en su pretensión de buscar por tercera ocasión la presidencia municipal.

Loya Flores, el 29 de noviembre de 2020, después de tres años de estar anunciando su regreso a la política del municipio, manifestó su pretensión de ser candidato del MC a la presidencia, hecho que fue respaldado por la dirigencia estatal de ese partido.

En el acto en que se tomó protesta a la dirigencia del MC en Cuajinicuilapa, en casa del expanista Loya Flores, se nombró a un hombre de las confianzas de éste y quien fuera funcionario de primer nivel en su administración, Arnulfo Sotelo Magallón, como coordinador.

Allí, un orador y un amigo del aspirante expresó que reúne los requisitos de un triunfador, que fue presidente porque él hizo ganar al partido (PAN), al que llegó después de ser excluido del PRD; que es un ciudadano que sabe trabajar e interactuar con los ciudadanos; que es un hombre humilde, que viene de abajo; etcétera.

Días después, el martes 8 de diciembre, el expresidente Loya Flores hizo su registro, en Chilpancingo, como precandidato del Movimiento Ciudadano a la presidencia municipal, y se prefigura como su candidato.

Y el domingo 6 diciembre de este año, Paz Rojas tomó protesta como coordinador municipal del PVEM, en el salón de usos múltiples.

Desde hace meses, Paz Rojas declaró su pretensión de competir por tercera vez por la presidencia municipal de Cuajinicuilapa, aunque no había datos sobre el partido que lo albergaría.

En su primer intento por ser presidente municipal, lo postuló el Partido de la Revolución Democrática (PRD); el en segundo, el PT.

Durante los dos meses anteriores se especuló sobre el partido que representaría en este proceso electoral, y, dado su perfil como luchador social en el municipio en la izquierda, se rumoró que sería el encabezado del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena); sin embargo, el domingo pasado se disiparon esas especulaciones y rumores.

En esta ocasión, se anticipa que el PVEM no irá en coalición con su aliado tradicional, el PRI.

En el caso de los partidos restantes, en el PRD se menciona como aspirante al comerciante Ymer Habana Agustiniano, quien ha estado propugnando en los tres últimos meses por ser el candidato de ese partido a la alcaldía, pero al concretarse la alianza entre este instituto político y el PRI, no existe información suficiente para saber si en el municipio también la habrá.

El PRI, por su parte, aunque ha visto los movimientos proselitistas del dos veces expresidente García Cisneros para ser su candidato en el municipio, militantes de ese partido aseguran que en Cuajinicuilapa «pagarán» la cuota de género que se les impone a los partidos, lo que significa que la dirigencia estatal prevé una derrota.

En caso de que el PRI postule a una mujer a la presidencia municipal, se prevé que Soledad Mejía Viruel será su candidata; esta funcionaria del gobierno del estado de Guerrero ha estado promoviendo su imagen política en los últimos tres meses de manera intensa, en compañía de su esposo, el priista y excandidato a la presidencia de Cuajinicuilapa Francisco Antonio Baños, bajo la tutela del también aspirante a una diputación federal por la vía plurinominal y secretario de Obras Públicas Rafael Navarrete Quesada.

Finalmente, en el Morena (quien avasalló al PRI con una diferencia de más de cinco mil quinientos votos en la elección pasada) no existen indicios del probable candidato o candidata, aunque en sus filas hay varias mujeres (servidoras y funcionarias públicas) que han estado promoviéndose como aspirantes a la presidencia.

Se espera que una vez que se defina quién será el candidato o la candidata a la gubernatura del estado de Guerrero, se procederá a nombrar a quien represente al Morena en el municipio.

Del PAN, no se tiene noticia.




Irineo Loya. Nada que perder.
[Foto: E. Añorve]

La sierra de Guerreo:

Los campesinos defienden la producción de amapola

Zacarías Cervantes

Explotados por el narco, que les compra la producción a precios miserables, y vapuleados por el gobierno que cada que van a cosechar les destruye sus cultivos, campesinos de comunidades de la Sierra del Filo Mayor salieron de la clandestinidad para defender el único ingreso que tienen para sus familias: el cultivo de amapola.

Campesinos de San Miguelito, municipio de San Miguel Totolapan, encararon el 30 de noviembre pasado a militares que llegaron cerca de esa comunidad para destruir sus plantíos de amapola.

Seis días después, pobladores de El Fresno, municipio de Chilpancingo, se inconformaron y denunciaron que el 5 y el 6 de diciembre un helicóptero sobrevoló cerca de su pueblo, fumigando sus plantíos.

Ambos casos fueron exhibidos mediante videos y audios. En el primer pueblo, los militares se observan desplegados en medio de un plantío de amapola dispuestos a cortar las plantas ya floreadas, hasta donde llega un grupo de campesinos desarmados, algunos a caballo.

–No las echen abajo (las plantas) –suplica con voz firme el campirano que parece ser el dueño del plantío–; estamos jodidos, no tenemos de dónde; es la única posibilidad para hacer un dinerito… no queremos robar. Ahora sí que sabemos que esto es malo, pero no podemos hacer más que esto. No queremos robar. Aquí como quiera estamos trabajando.

Tras de él había más de treinta de sus compañeros apoyándolo, y los que permanecen frente a los militares, le piden a su comisario municipal que hable y que «haga un compromiso» con los soldados. El comisario permanece a caballo y sus compañeros le piden:

–Bájate de esa bestia y habla con ellos.

El comisario se apea. El caballo relincha al sentirse librado del peso de su jinete. El hombre camina hasta llegar al frente del grupo de sus representados.

–Queremos que ya no las trocen –pide con aplomo.

–Es que, miren, de antemano ustedes saben que esto es ilícito –responde el que parece ser el jefe de los militares.

–Sí, eso ya lo sabemos –responden varios campesinos al mismo tiempo–, pero no tenemos otra cosa.

–De hecho, la orden que traemos ahorita es que destruimos y les dejamos una ayuda –argumenta el militar.

La propuesta provoca risas, murmullos y burlas, porque, se supo después, consistía en despensas.

–No, pues eso no; no es basto para nosotros, la verdad –explica un campesino–. Sí, es ayuda, pero ahora sí que déjennos un cheque quincenal y pues…

Otro campesino propone que venga «alguien de más arriba para platicar con ellos».

–Nunca van a bajar, porque el lugar ya tiene ese estigma de que es violento –razona el jefe de los soldados.

–Aquí a nadie se ha violentado; han venido y a nadie le hemos faltado al respeto –se defiende uno de los campesinos.

–Deberían pedir permiso, deberían de reportarse –plantea uno de los pobladores.

–Permiso cuando es algo lícito, pero esto es ilegal –rebate el militar mostrándole una planta.

–Pero, a ver, ¿qué tal si nosotros venimos y les quitamos sus armas? Sería pura violencia. Y la violencia no es buena –advierte otro campirano.

–El trato que ustedes nos den, ahora sí que va con copia. Si nos enfocamos a lo legal, nosotros nos defendemos; al rato, no sé, les matamos un hijo, o algo así –refuta el jefe de los militares.

–Por eso no venimos con armas –responde el campirano.

–Y nosotros venimos respetando sus derechos, pero también ustedes entiendan que esto es ilícito y se tiene que tirar de alguna manera.

–Eso lo entendemos, pero también pónganse en nuestro lugar. ¿Qué cosa tenemos para que nos podamos alivianar nosotros? Esto es lo único… ¿Qué le vamos a dar a nuestros hijos –insiste un campesino.

–Sabemos que es delito –interviene otro productor–, pero igualmente ustedes tienen su familia y éste es su trabajo de aquí se están manteniendo.

–Pero si ustedes no me dejan hacer mi trabajo…

–Ustedes tienen su sueldo, y vienen a acabar con todo aquí; para nosotros esto es lo único.

–Ahorita voy a mandar mi reporte de su exigencia, y dependiendo de lo que me ordenen, así procedo.

–Pero ahorita ya no queremos que sigan…

–Por eso, ahorita voy a detener (la destrucción) y voy a mandar mi reporte.

–Si no, ahorita va a llegar más gente y aquí y no los vamos a dejar trabajar –amenaza un campesino.

–No vamos utilizar la violencia –trata de apaciguar un lugareño–; la violencia con violencia no es buena.

–Violencia genera más violencia –conviene el militar, dando por concluido el diálogo.

 

Según los pobladores –consultados después–, los militares se mantuvieron cerca del pueblo hasta el día siguiente, el 1 de diciembre, y solamente destruyeron dos plantíos, uno de ellos el del lugar donde se dio la discusión.

Antes de que se fueran, los soldados entregaron despensas a las familias del pueblo.

En otro video se mostraron imágenes de los más de diez vehículos en los que llegaron los militares desplegados a la orilla de un camino de terracería.

Seis días después, el 5 y 6 de diciembre, pobladores de El Fresno denunciaron mediante audios que desde el sábado helicópteros militares sobrevolaron cerca de la comunidad donde realizaron labores de destrucción de los cultivos.

Un campesino denunció que fueron dos helicópteros los que el sábado comenzaron a fumigar desde las once de la mañana los plantíos cercanos.

En ese pueblo, los campesinos anunciaron que platicaban para organizarse y salir a buscar a los militares y pedirles que suspendieran sus labores.

Mientras tanto, el 3 de diciembre, la Comisión de Estupefacientes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) retiró a la marihuana de su lista de narcóticos de riesgo, siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre los beneficios médicos y terapéuticos que los derivados de esta planta tienen para el bienestar.

Sin embargo, para el Observatorio por la Paz y el Desarrollo de la Sierra, la eliminación de la mariguana de la lista de sustancias toxicas por la ONU no resuelve el problema de violencia ni de desarrollo en la región, porque para esto se requiere de la voluntad de las autoridades y ésta no la hay.

El dirigente de la agrupación, con presencia en nueve municipios de la Tierra Caliente y Costa Grande, Fredy Bernardino Rojas, declaró que, como siempre, los beneficiados serán los intermediarios o compradores del producto, mientras que los campesinos seguirán usados solo como peones y como mano de obra barata.

«La verdad es que con decretos no se logra el desarrollo, eliminar como una sustancia toxica en el mundo a la mariguana, en zonas como a Montaña y la Sierra del estado no repercute en mucho, no pasará nada. Se necesita que las políticas y los decretos se den a nivel estatal y regional», explica.

Bernardino Rojas asegura que lo que se necesita en ambas regiones es un programa de pacificación y de desarrollo. Que para eso lo que hace falta es voluntad política, pero que la Sierra, como la Montaña, no son prioridad para la administración pública por ser regiones extensas y con muy poca población.

En su opinión, para las autoridades es más redituable dejar a esas regiones que se convulsionen y se conviertan en regiones violentas, por estrategia, porque son zonas muy ricas en recursos naturales y minerales. «Y hay algo perverso en esa situación».

Plantea que en la Sierra, donde trabaja el Observatorio, lo que se necesita es mucho trabajo de pacificación y reconciliación entre las comunidades y entre las familias, y también que las comunidades y los actores de la región se hagan cargo de hacer su cruzada de paz y de reconciliación.

Agrega que se tiene que hacer un plan de desarrollo emergente para la zona, impulsando lo que ya se tiene. «Y no es la amapola, mucho menos la mariguana, sino cultivos como aguacate, manzana, durazno y otros de climas fríos» sostiene.

«Pero un decreto que provenga de la ONU muy difícilmente repercute de inmediato en las zonas tan marginadas como la Sierra y la Montaña», insiste.

El Observatorio por la Paz y el Desarrollo tiene presencia en los municipios de San Miguel Totolapan, Ajuchitlán del Progreso, Coyuca de Catalán, en la Región Tierra Caliente, así como en Atoyac de Álvarez, Tecpan de Galeana, Petatlán, Zihuatanejo, La Unión y Coahuayutla, en la Región Costa Grande.

Explica que el hecho de que los campesinos puedan cultivar la mariguana sin riesgos legales, tampoco les beneficia a los productores.

«A los campesinos siempre les toca lo más rudo, ni siquiera sabrán que ya pueden sembrar libremente; ellos simplemente siembran; los que compran son grandes agrupaciones, unas inclusive vienen del extranjero, pero a los productores ni siquiera les tocan las ganancias. A ellos los utilizan como peones, son la mano de obra nada más», define el dirigente.

Bernardino Rojas ve difícil que la gente de la Sierra pueda organizar sus propias empresas, comercializar y mejorar sus ingresos con la comercialización directa. «Eso está muy lejos de sus expectativas», declara.




Siembra de amapola en la Sierra. Única opción.
[Foto: Yener Santos / archivo]

Policía Ciudadana y Popular:

Alternativa de organización social en Temalacatzingo

Eduardo Yener Santos

Indígenas nahuas de la comunidad de Temalacatzingo, municipio de Olinalá, que integran la Policía Ciudadana y Popular (PCP), conmemoraron el octavo aniversario de la creación de su organización, con un acto en el que llamaron a los pueblos indígenas a la unidad ante las elecciones del próximo año, para que los políticos no los sorprendan divididos.

En Guerrero, el concepto de policía comunitaria se ha distorsionado desde el año 2013, a raíz de que autodefensas de varias comunidades se dejaron infiltrar por la delincuencia y lejos de velar por la seguridad de una comunidad indígena, atentan contra ella.

El caso de la PCP es distinto. De entrada, el uniforme consiste únicamente en una simple playera color beige claro con el logotipo de la organización; y sus armas son simbólicas, pistolas de madera; otras, las reales, son escopetas o fusiles de cacería. También portan machetes, resorteras, cahualos.

La mayoría no usa chalecos tácticos ni pantalones tipo militar, mucho menos botas todo terreno; tampoco radios. Huaraches de correa, una playera con el logo de la PCP, morral y una gorra son suficientes para vigilar y cuidar a la comunidad.

A diferencia de la CRAC-PC, la UPOEG y el FUSDEG, el proyecto de la PCP es coordinado en su mayoría por mujeres, y no buscan dominar ni expandirse a otras zonas de la región o de la entidad, como lo han hecho la UPOEG y el FUSDEG, que surgieron en la Costa Chica en 2013 y en los últimos cinco años se extendieron a la Región Centro y posteriormente a la Sierra de Guerrero.

El discurso político de la PCP gira en torno de la autodefensa del territorio y que los habitantes vivan en armonía, que los niños conserven su identidad indígena, que tengan acceso a la educación gratuita por parte del Estado, que los jóvenes no tengan que emigrar del país para conseguir trabajo y que empresas trasnacionales no invadan sus territorios para despojarles sus recursos naturales.

 

 

1

 

El octavo aniversario de la creación de la PCP se conmemoró el 2 de diciembre, fecha en que se cumplieron cuarenta y seis años del asesinato de Lucio Cabañas Barrientos, motivo por el cual la autodefensa nahua le rindió homenaje. En el mitin efectuado en la plaza de Temalacatzingo se leyeron algunas de las frases del legendario guerrillero de Atoyac, entre ellas, la más célebre: «Ser pueblo, hacer pueblo y estar con el pueblo», además de aquella que sentencia: «Desgraciados los pueblos donde la juventud no haga temblar al mundo y los estudiantes se mantenga sumiso ante el tirano».

El proyecto de la PCP, más que de autodefensa y seguridad, se trata de una alternativa de organización social que propone una nueva forma de organización comunitaria, donde el desarrollo cultural y humano son las bases.

De hecho, el acto conmemorativo denominado: «Ocho años floreciendo el pensamiento, la palabra, la conciencia y la esperanza», tuvo como principales protagonistas a los niños, los ancianos y las mujeres.

La celebración comenzó con una marcha de más de cincuenta policías ciudadanos, entre hombres, mujeres y niños, de la entrada de Temalacatzingo a la plaza pública. Antes del mitin político hubo una ceremonia de consagración, en la que curanderos indígenas dieron bendición a los policías ciudadanos y comunitarios a través de un ritual de origen prehispánico.

En el acto, se tomó protesta a diez habitantes de Ahuacatlán, anexo de Temalacatzingo, que ese día se añadieron a la PCP para brindar seguridad en su comunidad.

La coordinadora de la PCP, Citlali Pérez Vázquez, sostuvo que a ocho años de la creación han observado que el crimen y la violencia continúan en todo el país y han aumentado los casos de feminicidio, desaparecidos, y ninguna autoridad contribuye en erradicar el problema.

En su discurso, la líder manifestó que con el actual gobierno de López Obrador existe la misma estrategia: «una política de competencias y de mercado, donde (…) un grupo de políticos que se dicen ser la Cuarta Transformación y que son un gobierno de mayoría, pero no viven como la mayoría; buscan prologarse en el poder».

Citlali Pérez llamó a la unidad de los pueblos y advirtió que el próximo año, en los comicios electorales, «a los pueblos los pueden agarrar unidos o divididos», en referencia a los partidos políticos y aspirantes a puestos de elección popular que en estos días hace proselitismo con miras a las próximas elecciones.

También llamó a los futuros gobernantes a que no promuevan «una política de confusión ni apuesten al divisionismo social», sino, por el contrario, que tengan voluntad política para enfrentar los intereses y no vean a la política como negocio.

Agregó que a ocho años de existencia, el proyecto comunitario de la PCP no se ha contaminado con grupos delictivos, y dijo que para conservar esta esencia se hacen asambleas con frecuencia, donde la comunidad junto con las autoridades como el comisario municipal y el comisariado ejidal, discuten y debaten los asuntos públicos de la comunidad.

En el año 2012, cuando nació la PCP en Temalacatzingo, se conformó con diez comunidades nahuas del núcleo comunal de Temalacatzingo; ahora se han sumado diez comunidades más, cinco de Cualac y cinco de Malinaltepec.

Este proyecto surgió debido a que entre 2010 y 2012 se registraban asaltos en la región, extorsionaban a los artesanos, y grupos delictivos intentaban incursionar en el corredor Olinala-Cualac.

La PCP surgió con el respaldo de la CRAC Policía Comunitaria de San Luis Acatlán y Ayutla, así como la PCP de Huamuxtitlán y otras organizaciones; además recibió y mantiene asesoría tanto de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México como del Frente Popular Revolucionario.

 

 

2

 

Temalacatzingo es una comunidad nahua asentada en región de la Montaña de Guerrero, cerca de los límites con el estado de Puebla. En esta comunidad se fabrican juguetes artesanales de madera pintados a mano y bañados en laca o pintura lináloe que son exportados a todo el país.

De acuerdo a los datos de Inegi, la población total de Temalacatzingo es de 3117 personas, pero los pobladores afirman que la cifra ha aumentado en los últimos cinco años hasta dos veces mayor a los datos del instituto.

En el año 2015, un grupo de pobladores de esta comunidad comenzó las gestiones manifestaron su interés en que Temalacatzingo buscará su separación de Olinala para convertirse en un nuevo municipio. Las primeras gestiones de este proyecto se hicieron ante el ejecutivo estatal, como puente político con los diputados locales para que dictaminara la creación. La intención de que Temalacatzingo se convierta en nuevo municipio, según han dicho los promotores, entre ellos el exdirigente de la CETEG, Ramos Reyes Guerrero, es para bajar recursos económicos de la Federación, ante el abandono institucional, y así atender las necesidades de la población, combatir la pobreza abrir fuentes de empleo, trabajar la tierra, mejorar la infraestructura educativa y tener servicio de salud.

El proceso de petición del nuevo municipio se ha estancado en el Congreso, pero también existe comunidades anexas de Temalecatzingo que se oponen a la creación municipal, tal es el caso de Zontecomatlán, San Antonio y La Escalera, que señalan que antes de crear un nuevo municipio se deben resolver conflictos agrarios.

Estas tres comunidades han declarado ante medios de comunicación que en Temalecatzingo no existen condiciones para la municipalización porque existen conflictos internos que han dejado los partidos políticos.




Policías ciudadanos. Congruencia.
[Foto: Yener Santos]

De jornalero a minero en el desierto

Kau Sirenio

Después de años en los campos agrícolas, sin casa propia ni tierra para sembrar una mata de chile o jitomate, Erasmo se integró a un grupo de jornaleros en el Valle de Mexicali para pelear por un pedazo de tierra en el desierto de Sonora. Su lucha no fue en vano. El gobierno federal les dotó el ejido El Bajío, pero con el paso de los años vino la persecución y la cárcel.

Sin embargo, cuando consiguió su libertad montó una tauna para triturar piedras que recoge en el desierto para obtener oro.

El campesino Erasmo Santiago Santiago pasó años en los pasillos del Tribunal Unitario Agrario (TUA), en Caborca, Sonora, pero dedicó ese tiempo a diseñar el uso que le daría a su parcela cuando el gobierno le regresara su ejido. «Siempre tuve confianza en el magistrado, porque estábamos dentro del marco de la ley, defendimos lo que es nuestro, y así fue. Ahora tenemos trabajo y comida», dice sonriente Erasmo.

Mientras muele en la tauna la piedra que recolectó en la zona donde la minera Penmont de Alberto Bailleres desapareció los cerros y contaminó gran parte de las parcelas de los ejidatarios, Erasmo explica su nueva experiencia como minero. «Es pesado trabajar la mina de manera artesanal, pero deja algo de dinero, por lo menos, nos sirve para comer; si no fuera por la ganancia que se obtiene, Grupo México nos hubiera dejado trabajar, pero saben que hay oro, plata, cobre y zinc, por eso nos hicieron la vida imposible», explica sin soltar la cubeta de agua que vacía al molino.

El ex preso político aprendió a domar las adversidades del desierto; no le preocupan los remolinos en el arenal, aunque éstos mueven la arena y desaparecen las huellas de los venados que llegan por la tarde a tomar agua cerca de la pequeña aldea en el páramo.

Aquí falta todo: la comida y el agua, además del combustible, que los ejidatarios traen de Puerto Peñasco todos los días para llevar a cabo la molienda de las piedras que recogen con la ayuda de un plato y mercurio para encontrar los metales.

«El oro es de veinticuatro kilates, es lo mejor que hay en esta parte del desierto; le hacemos así porque no contamos con tecnología para montar una gran minera; pero si logramos trabajar en una cooperativa, estoy seguro que vamos a cambiar la historia de este desierto», se ilusiona.

Cuando Erasmo decidió dejar los campos agrícolas para convertirse en ejidatario fue porque su padre se imaginó una casa con grandes extensiones de tierra donde sembrar hortalizas y criar animales de corral y vacunos.

«Estábamos en el corte de algodón en Mexicali, cuando mi papá me platicó de lo que quería. Él soñaba con tener su propia tierra donde trabajar, así que le pidió ayuda a un amigo para conseguir el ejido, y mira, aquí estamos hasta ahora», relata.

Después de lavar el molino artesanal, Erasmo toma un sombrero, sube a su camioneta y la pone en marcha; me invita a recorrer el ejido y a ver lo que queda de la minera Penmont. «Esta tierra tiene betas de oro y plata», explica mientras extrae tierra cargada de cuarzo y lo deposita en una cubeta.

 

***

 

Nacido en Santiago Tlazoyaltepec, Etla, Oaxaca, Erasmo abandonó su pueblo cuando cumplió los nueve años de edad, porque su padre, Simón Santiago Morales los llevó a los campos agrícolas de Sinaloa. La promesa era trabajar tres meses y después regresar al pueblo, pero esto no ocurrió. El viaje se prolongó por más de quince años.

A la hora de la comida, Erasmo prosigue la plática. «El viaje de tres meses aún no termina, porque seguimos aquí. Nos costó trabajo acoplarnos, primero en los campos agrícolas, porque los jornaleros trabajan de más y las condiciones de trabajo son más pesadas; luego, vivir en el desierto no es cualquier cosa, siempre se sufre», comenta.

Una vez que se acabó el corte de jitomate en Sinaloa, recuerda, su padre compró boletos para viajar en el ferri a La Paz, Baja California Sur. Así fue como llegaron a los campos de El Vizcaíno, al norte de la zona turística de ese estado.

Después que terminó la cosecha en El Vizcaíno, Simón y su familia emigraron hacia Mexicali, donde trabajaron en la pizca de algodón; cuando terminaron con el textil, bajaron a San Luis Río Colorado, al corte de espárrago, y de ahí a Caborca, a la poda del viñedo. Y así se movieron hasta llegar a Sinaloa y de ahí otra vez a viajar en el ferri.

«Así anduvimos, entre Sinaloa, Baja California Sur, Baja California y Sonora… el círculo es interesante, pero esto impidió que pudiera estudiar. No terminé la primaria; aprendí a leer a los veintisiete años después de que fui a un taller sobre derechos de los pueblos indígenas que organizó lo que en ese entonces era la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI).

A la pregunta de cómo se hizo ejidatario, responde: «La verdad ya no quería ser jornalero, y como mi papá se vino a San Luis Río Colorado a buscar un terreno grande, como él lo quería, también me vine con él, y cuando logró organizar a los demás campesinos, pues solicitamos el ejido y aquí estamos».

 

***

 

Mientras limpia la tauna, el minero explica las matemáticas que aplica en el proceso de extracción de oro: «La tauna muele durante el día veinte cubetas de piedra y tierra, hasta convertirlo en polvo, pero como le ponemos agua y jabón esto se hace lodo. Por cada cubeta que molemos gastamos tres cubetas de agua y dos kilos de jabón en polvo».

Agrega: «Se recomienda que por cada veinte cubetas usemos setecientos gramos de mercurio para separar los metales de la tierra, pero nosotros usamos de un kilo a un kilo y medio, para lograr mejor calidad de metales cuando liquidamos el trabajo».

–El mercurio contamina el medio ambiente, ¿qué técnica usas para no dañar el manto acuífero? –cuestiono.

–Mira, ¿ves el cerro que está ahí en frente? Pues fíjate que toda esa tierra está contaminada. Durante años, Grupo México usó cianuro para separar los metales de la tierra que sacaron al demoler el cerro en su estado natural.

Sin parar de limpiar el molino, Erasmo explica los pormenores de su trabajo: «Para facilitar la trituración de las piedras y nos suelte fuego, usamos detergente del que usan en la cocina; es jabón líquido que es amigable con el medioambiente; además, tratamos de reutilizar el mercurio, porque sabemos que contamina, por eso hemos cuidado la forma. No somos tan irresponsables como las grandes mineras que usan ácido nítrico, ácido sulfúrico o cianuro, porque eso sería lo peor que podríamos provocar. A aquel cerro no nos acercamos porque está muy contaminado».

Después de hablar un poco sobre el método que usa para extraer el oro, el minero cambia la plática y lo centra en la mecánica de su molino. Cada que la polea termina una, Santiago mira el molino, le agrega una cubeta de agua, algo más de jabón y empieza a platicar: «Cuando empezamos, la polea daba once vueltas por minutos, porque los compañeros tenían miedo de que se fueran a reventar las cadenas que sirven de arrastre; como vimos que esto podía trabajar más rápido entonces le subimos a a veinte vueltas por minuto».

Erasmo explica que en el ejido El Bajío, los ejidatarios empezaron con tres molinos y después cada familia se hizo de un molino y se extendieron en todo el ejido para trabajar en la exploración de metales en el desierto. «Con las primeras taunas logramos unos gramos de oro; con eso compramos comida y combustible para seguir aquí. Ya que no podemos sembrar por falta de agua, en algo nos tenemos que ocupar para no morir de hambre.

 

***

 

El recorrido en el desierto duró una hora, tiempo durante el cual Erasmo y su hija, Perla Santiago López, hicieron varias paradas. Primero en el cerro donde estaba parte de la mina Dipolo, ahora convertido en una cazuela después de que tractores rascaron la vena de la beta de oro.

En la pared de esa cazuela abandonada por la mina, caminan a puntapiés cuatro hombres con pala, pico y cubeta en mano para buscar la vena de metal en el escombro. Después de llenar las cubetas los llevan al lugar donde hay acceso de camionetas para trasladarlos al campamento.

La profundidad de la mina a cielo abierto parece a un panteón, por las estacas que quedaron allí, además de cientos hoyos que se hicieron para localizar los metales. «Estos hoyos fueron para los explosivos que usaban para detonar el cerro; solo así lograron saquear esta tierra» explica el campesino.

Mientras camina, Erasmo hila su historia en la cárcel de Caborca. «Pasé dos años en la cárcel, porque me opuse que Grupo México siguiera con el saqueo en nuestra tierra… nosotros sin dinero, mientras ellos contaminaban. Y todo porque tienen dinero y poder político. El daño que nos causaron es enorme, pero ahora empezamos a recuperar lo que es nuestro».





Siembra de amapola en la Sierra. Única opción.

Del 7 al 13 de diciembre de 2020 al

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