Jaime Ygnacio:

Cuando la fotografía es un arte

[Primera de tres partes]

Eduardo Añorve

Entre nosotros, el único fotógrafo de respeto es Jaime Ygnacio López, de Ometepec.

«La foto es una especie de última instancia existencial» para su vida, plantea.

En el estado de Guerrero hay muchos fotógrafos; incluso, varios de ellos han sido premiados por alguna de sus fotografías, pero sólo hay uno que es un fotógrafo excelente, un artista: Jaime Ygnacio López.

¿La diferencia? Jaime Ygnacio domina las herramientas propiamente fotográficas; además, concibe muchas de sus imágenes, las ve antes de realizarlas, las piensa antes de apretar «disparar» el obturador, las imagina, las crea, las inventa, las concibe intelectualmente.

Es un artista.

También invierte mucho tiempo en realizar un revelado minucioso de sus imágenes, de manera digital, utilizando sus conocimientos «viejos», provenientes de la práctica de fotografía analógica, como el sistema de revelado por zonas, ideado hace casi cien años por ese gran fotógrafo que se llamó Ansel Adams, quien influyó y determinó la manera de revelar aquella fotografía –digamos– física, hecha para imprimirse, para palpar su textura –de modo visual y táctil–, para plasmar en todos los blancos, negros y grises posibles una imagen artística.

Artesano del Lightroom –el laboratorio de revelado digital de hoy– y, por motu proprio, artista de la fotografía, Jaime Ygnacio.

Conversamos en su habitación, estudio, biblioteca, madriguera, taller. Es el día 24 de marzo de 2021. Una hora y minutos, platicamos: de esto, de aquello, de lo de acullá y hasta de lo del más acá. En realidad, nuestra charla gira en torno a nuestras preocupaciones: el arte, la literatura, la ética, la fotografía, temas aderezados con opiniones críticas, contundentes, descalificantes, irónicas, inteligentes, informadas…

En esta primera parte se transcribe la charla (iniciada ya, antes de encender el aparatejo grabador de nuestras voces). El maestro puso música para que escucháramos, pero la charla, su urgencia, nos hizo dejarla en segundo plano. Teníamos varios años sin vernos. Iniciamos hablando de la fotografía, de su ejercicio y sus publicaciones en redes sociales en los últimos años, abordamos, luego, de manera inevitable, la literatura, dado que Jaime es un lector formidable. Habla de su pasión por la escritura, de su frustrado intento de ser escritor, de su latente intención de escribir una novela policíaca, género en el que ahora abunda en leer…

La charla comenzó. Enciendo la grabadora:

–Pero, si fotografías animalitos, como patos, ¡te excluyen! ¡Se supone que es inferior! ¡No mames! Podrías haber fotografiado a Dios, ¡pero la foto es una mierda! Y otro podría haber fotografiado una simple piedra y la foto es una maravilla, güey… (Se da cuenta que está gritando y baja la voz. Se justifica por ello) Estoy gritando así porque no hablo con nadie. Ja, ja, ja, ja, ja… Cinco años que no salgo de aquí…

(Aceptado el gesto, continúo en el tema que me interesa: la fotografía y la crítica a cómo proliferan fotógrafos 'balines', chafas, 'hechizos', que dominan el árido espectro de las redes sociales internéticas)

En Cuaji hay un muchacho que estudió video en Oaxaca… ya ves que en Oaxaca…

–¡Hay mucho artista! (Irrumpe.) No, no no. Es ironía. Yo no creo en eso, pero, bueno… en todos lados hay…

–(Desoigo su provocación y continúo) Ese muchacho, Hugo Arellanes, finalmente no se dedicó a hacer video ni documentales, sino que se metió a ser fotógrafo. Con unos amigos, se llevaban a muchachos a la playa, gays, hombres, y hacían calendarios, como un juego…

–(El maestro está desbordado, incontenible) Sexting… (La propagación de videos hechos para presumir actividades sexuales propias, privadas o similares)

Se montó una exposición suya en el museo de Cuajinicuilapa, la primera; ahora es un fotógrafo conocido en algunos círculos culturales de Ciudad de México, por el tema de los afromexicanos, incluso, participó en una exposición colectiva en el Centro de la Imagen. Hace unos días compartió en redes sociales una invitación para un taller que va a impartir… Es un mal fotógrafo, pero ha sabido relacionarse, difundir su imagen en las redes sociales, por ejemplo. En las redes sociales, lo que cuenta es el “like”…

–Claro. (Aquí, el maestro capea e hila el hilo discursivo que quiero tejer) O sea: ¿vas a ver la foto o vas a ver lo que es la foto? La imagen. Por ejemplo, pones la foto de Korda (Alberto Díaz Gutiérrez, cubano), la del Che Guevara, y pones una pésima foto de mi mamá… bueno, del espectador hipotético… y una espléndida foto de un desconocido. ¿Cuál crees que vas a elegir? La de tu mamá, porque es tu mamá, aunque la foto sea una soberana mierda, y la del Che Guevara, porque es Guevara, que la foto, en realidad, es una soberana mierda como foto –está desenfocada, etcétera, etcétera–, y la que es excelente, no.

Beatriz está tomando algunos talleres, uno para revelar con base en el histograma, otro sobre cómo armar una exposición, y su maestro les dice, por ejemplo, que esa figura del curador, del experto, no es tal, que ellos, los alumnos, tienen que aprender a trabajar su propio material…

–(Interrumpe) Y, al final, todo se reduce a: Hazlo como quieras, pero hazlo bien. (Risas)

¡Que funcione!

–Yo, por ejemplo, no concibo una exposición con caballetes, me parece una 'mamada'. No estoy haciendo una alusión a allá (la exposición de Nacho López, instalada en Xochistlahuaca por el Ayuntamiento)… porque vi unas fotos. Pero a mí… yo no expongo si me pones esas madres. Por decir algo: yo necesito el muro, sea cualquiera…

Pero allá no se podía perforar… (Justifico)

–Por eso. Sí, sí, amigo mío, pero si vas a hacer una zona de exposición, pues, ingéniatelas. No tienes que perforar; puedes colgar hilos, qué se yo, pero no caballetes. No lo estoy criticando; me vale madres. Pero a mí me molesta. Lo ideal es siempre un lugar específico…

Bueno, en la región, ni siquiera hay lugares…

–No. Por eso, uno tiene el deber de hacer lo mejor que pueda, con los recursos que tenga. Una vez expuse en no sé dónde con sacos de… de paja, para inventar un muro. O sea: yo necesito un muro, y cerrado, porque… es como el maquillaje de una chava. Puedes tener a la chava más hermosa del mundo y maquillada de manera espléndida, pero si la pones a la luz del sol… perdón, pero da pena, cabrón; en cambio, la pones en una luz acá… saturnal… no sé qué pinche pedo… y se ve chido, ¿no?

¿Qué quiere decir saturnal, maestro?

–¡Sepa la verga, pero, significa algo así, ¿no?… (Hace algún gesto, que ni él entiende, al parecer.)

Maestro, voy a poner «sepa la verga», ¿eh?

–Ya lo sé, que yo contigo debo ser muy cuidadoso… (Risas) ¡Así hablo! Yo así hablo, a mí no me apena. Me apena, por ejemplo… hay veces que hay gente ante la que uno no debe usar cierto lenguaje; procuro no usarlo. Pero cuando soy yo, yo así hablo, cabrón. Yo, últimamente digo: «Soy nacido en Ometepec, pero soy de Cuaji, por el lenguaje, o de cualquier lugar de allí»…

En los últimos años te has dedicado más a la foto…

–En realidad, no, Eduardo. Los últimos cinco años me he dedicado a nada, sólo tengo como única alternativa la fotografía… ¡Todos los días! Ahorita, ya fui a hacerlas. Voy tres o cuatro veces con los patos porque tienen una… tienen costumbres, pues. (Jaime Ygnacio suele hacer fotografía en el patio de su casa, retratar a los animales que allí viven: perros, gatos, patos, iguanas, insectos) La foto es una especie de última instancia existencial; si no, no sé qué… y escribir. Escribo y…

¿Frente a qué?

–Frente al tedio que se ha vuelto mi vida… la vejez… ya, me molesta mucho…

Ya, otras técnicas… la pintura…

–La pintura… tengo… creo que la empiezo a odiar, cabrón…

¿Por qué?

–No sé…

Imposibilidad creativa…

–Suponte que tú y yo somos abogados, pero, por alguna razón… considero que, humanamente, eres despreciable… ¡No quiero ser abogado! ¿Me entiendes? ¡Es lo que pasa!

Se hartó de la pintura…

–No, los pintores. Ciertos pintores que rechazo…

¿A quiénes rechaza? (Pienso que piensa en pintores de la región que medran en la pintura, sin pretender hacer arte, sin que sus cuadros o dibujos sean honestos, nacidos de la convicción de ser creadores auténticos; mera pose, mero lucro, meros merolicos del arte, como los ometepecenses Rodríguez Polanco –a quien le organizó una excelente exposición en Ometepec– y Raúl Mendoza –preferido de la clase política local–, o la cuileña Haydeé Hernández, pintora «afromexicana». Pintores de lo bonito, los que desdeña)

–No, no, no. Lo dejamos así… Pero no quiero hacer lo que ellos hacen. Es ridículo, pero lo tengo en la cabeza.

Pero si usted vive aislado, y hace lo suyo propio…

–No, no, no. Yo pinto… Me refiero a ser pintor «profesional»: exponer, todo ese rollo; no me interesa. Yo pinto cuando me dé mi regalada gana. Mira: yo hago estas cosas ahora. (Es un libro en el que hace dibujos; lo hojea y me lo muestra para que lo mire.) Éste te lo voy a regalar cuando termine, ya lo había pensado…

¿Qué es esto?

–Es un puto libro que dibujo y mancho… Con eso satisfago mis ganas de dibujar, de pintar… el rollo existencial. ¿Me entiendes? No necesita más. Te puedo enseñar un chingamadral de cosas así, que hago, cabrón…

Me da la sensación de que hay decepción…

–(Intempestivo, irrumpe) ¡Te estoy diciendo…!

Creerlo no es sencillo…

–Si a la rueda de la vida le diéramos un giro hacia atrás, quizás optaría por otra cosa…

La escritura…

–Sí. En realidad, siempre he querido ser escritor, nada más que nunca, hasta hace unos cuantos años, nunca pensé que para ser escritor hay que escribir; yo nomás quería ser. Para mí… el arte… la cúspide… son los escritores. Mi primera pasión fue ésa. La pintura… la pintura es una cosa como un matrimonio mal habido; o sea, decir «ser pintor», al principio, de veras, fue: «No chingues; no quiero estudiar nada; entonces, voy a ser pintor». O sea, ni siquiera pintaba ni dibujaba, ni nada, sólo era un pretexto. Cuando me estaba chingando mi mamá: «¿Qué vas a ser?». «Voy a ser pintor». Y me gustaba, porque me echaba todo ese choro: «Se vuelven locos, drogadictos, se mueren de hambre… Y ya, entonces, en plan hermanhessiano: Yo me… ¿Me entendiste? (Risas) Eso fue todo».

»Hasta que un día hice un taller, en una escuela nocturna, en Renacimiento… iba una serie de chamaquitos… eran tiempos de guerrilla y eso… y, de verlos trabajar, de ver la dificultad… porque había que conseguir… tuve una especie de híper empatía con ellos, y ahí me enganché. Dije: “Quiero serlo, nomás por tanta chinga que nos dan”. Y así empecé. De allí empecé a dibujar en serio y a estudiar. Yo he estudiado mucho, aunque no lo creas, ¿eh?».

–(No sólo lo creo, lo sé, lo he constatado, pero no se lo digo, lo callo aposta) ¿De qué época estamos hablando?

–¿De esto que te digo? De la prepa. De mil novecientos setenta… mi madre murió en el setenta y siete… posiblemente en el setenta y tres, setenta y dos. Ahora, para eso… desde niño dibujo: yo era el que ponían en el pizarrón a dibujar. Hice escultura. Siempre fui un niño raro, cabrón; siempre tuve actividades solitarias. Yo, desde niño leía, dibujaba, escribía… mil cosas más. Me gustaba… en fin…

Extraordinario…

–¿Cómo niño? El clásico acomplejado…

Me refiero a que, entre nosotros, eso no se da…

–No. Extraordinario, sí, aunque suene como… Yo prefería leer, que jugar futbol; yo prefería estar escurcando un cuarto de un inquilino, por descubrir, que convivir con mis amigos… Tuve una educación muy religiosa; había mucho rezo, tontera, pero siempre me incliné por actividades solitarias…

Hasta vives muy cerca de la iglesia…

–Desgraciadamente… (Vivir allí implica soportar el ruido estridente de las campanas y la sirena del reloj de esa iglesiota ometepecana, donde el maestro ha acudido a hacer foto también. No se sabe si, además, a rezar. Podría ser)

Muy católico…

–(Desdeña mi pregunta, la provocación implícita. Continúa) Y hasta la fecha, elijo cosas solitarias, a gregarias, excepto los talleres, ¿eh? Porque esos no son externos, son muy personales, son… adentro… son mi familia, en casa. No sé, es un ‘pedo’ muy raro. No es externo… Yo hago mucha empatía con quienes coincido…

–¿Y, por qué, entonces, ha contagiado a otros para que se pongan a dibujar o a pintar?

–No lo sé por qué lo hice. Y hago sus causas mías. Y después rompo con todos, ¿eh? Por cierto, que siempre terminamos mal. Pero, no sé, güey, es una cosa guevariana, de misionero, una tontera de ésas, yo creo…

De Vasconcelos… el maestro-apóstol…

–Sí, sí, sí. Una cosa de ésas. Sí, sí, sí, aunque me duela decirlo, creo que sí.

Ha leído mucho…

–Hubo un tiempo en que leí mucho, que leí… pero, leer, de verdad, no una novelita a la semana. No, no, no. Un libro tras otro, sin pararme de la cama. Hubo una temporada… hoy, ya veo menos, y me he vuelto una especie de híper crítico que, a la primera página, me decepciona una cosa… y me molestan estilos… y eso. Me es difícil leer, pues. Si vieras la cantidad de libros que tengo aquí (en la computadora), el resto de mi vida no me pararía de la cama…

Ahora, ¿qué escritor le gusta? Leer…

–¿Qué me gusta? Ahora, ahorita estoy interesado en gente poco heterodoxa, o, ¿cómo se dice? Esos escritores fascistoides de la guerra, como… ay, se me olvida, pero… estoy viendo a un francés que tú mencionaste en una de tus cosas… no sé cómo se pronuncia… tendría que enseñarte lo que estoy haciendo…

¿Jean Genet?

–Jean Genet, me gusta mucho. Cocteau… cosas locas… Por ejemplo, ahorita estoy releyendo a García Márquez y lo estoy leyendo como… ya no me gusta como me gustaba; lo considero una maravilla, pero ya no está en un pedestal. En fin. Estoy leyendo un chingo. Ahorita estoy clavado en las novelas policiacas porque quiero hacer una novela policiaca…

De ese género, ¿a quién está leyendo?

–Me daría trabajo mencionarte, porque son tantas, que ni me acuerdo, pero, entre ellos, Bernal… muchos…

–¿Esteban Bernal?

–No, no, no. Ése, lo acabo de leer, que… lo subiste…

–(Risas) Ya sé. El complot mongol.

–El de El complot mongol, sí…

Yo leí, en un tiempo, a Patricia Highsmith…

–Todos, todos… Patricia Highsmith está aquí, te la voy a enseñar (en la PC)…

Ahora, mis hijos andan clavados con Sherlock Holmes…

–¡Sherlock Holmes! ¡Es magnífico! Pero es muy… más que, bueno, es una etapa, ¿no?

Sí, ellos están jóvenes, el mayor tiene catorce…

–¡Catorce! Bendita edad. Espérame. (Ubica una carpeta de archivos digitales) De México, estoy leyendo a María Luisa Bermudez, a Rafael Bernal, Paco Ignacio Taibo, Del Paso, con Historia de un crimen, que no me gusta. Yo no sé por qué; es tan excelente escritor. Nada de barroquismo. Hay un güey que se llama Elmer Mendoza, que tiene una novela chingona, que se llama El amante de Janis Joplin; la he medio leído. De Argentina, casi bonaerenese, Enrique Quique Ferreira, Ernesto Mello, Sergio Olguín… bueno, un vergatal, cabrón…

Está el cubano, éste que está de moda…

–Padura. Sí, aquí tengo a Padura, las tres; ya leí dos. ¿’on ta, este pendejo? (Busca en la PC) ¡Cuba! Aquí está, Padura, con las tres cosas, incluida la de Trotsky. También estoy leyendo a Daniel Echevarría…

Yo leí una de él (Padura); no me gustó mucho…

–¿No te gusta? Mira, tiene un serio defecto: son demasiado gordas. Todo lo que dicen se puede reducir a la mitad de páginas y queda mejor. Luego, son muy repetitivas, porque, la mayoría, son sagas. Entonces, inventan un detective y son cuarenta mil… Pero, la literatura… yo busco literatura y no todos…

¿Y Bolaño?

–¿Bolaño? Tengo una relación odio-amor. Yo veo que lo celebran mucho, y no le encuentro nada gracioso; además, me cae mal, güey. A mí me caen mal esos cabrones que… de joven, creo que se quiso madrear a Octavio Paz y así, un desmadre… y terminan como focas burgueses, dejándose rascar la… ¡Eso me caga a mí! Pero escribe bien, ¿eh? Hay una cosa que se llama 2966… aquí tengo todo…

Yo sólo me encontré con Los detectives salvajes, y empecé con eso y no pasé de la página cuarenta… Creo que el hombre no sabe redactar, no sabe escribir… Ya me estoy volviendo viejo, yo creo…

–Lo que pasa es que es farragoso. Estás esperando otra cosa. Pa empezar, decepciona, pero hay escenas que tiene… hay algunas eróticas, sabrosas, cabrón. No por erectivas… sabrosas… bien escritas… un José Agustín mesuradito. Pero me choca todo el contexto de que se está pitorreando, al Olimpo, a nuestro Olimpo… de pilón, me produce xenofobia, no es ni mexicano, el hijo de puta, ¿me entiendes?, y se está chingando a nuestra cultura…

Pero, además, ¿sabes? Eso se puede hacer. Yo… cuando tenía veintitantos años, escribí un poema, que decía: Oiga usted/ poeta inabarcable/ baje la vista/ déjela reptar.// Esos insignificantes/ seres que usted ve arrastrarse/ son los nuevos poetas… Me dijo «Óscar Oliva: “Maestro, no hay necesidad”»…

–Oliva, de La espiga amotinada

Sí, el grupo que formó con Jaime Augusto Sheley, Labastida…. a mí me gusta Labastida…

–Yo lo detesté por priista… por principios, uno comete prejuicios…

Bueno. Sabines…

–A mí no me gusta Sabines…

Dos, tres poemas…

–A mí, ésa de Chofi me caga… Ja, ja, ja…

Me gusta Algo sobre la muerte del mayor Sabines. O: «no lo sé de cierto/ lo supongo»

–Eso es bonito, nomás esa expresión es maravillosa; el resto me vale madres…

Yo sé, pero… muchas de las cosas de Sabines, las tira uno, ¿no?

–Descubrí un chino, cabrón. Espérame…




Jaime Ygnacio. Concepción intelectual de la fotografía.
[Foto: E. Añorve]

El narco, el gran ganador de las elecciones

Zacarías Cervantes

Más que los partidos políticos o las coaliciones, el que ganó en muchos municipios de Guerrero en la pasada elección del 6 de junio, fue el crimen organizado. La Operación Tamal, los desayunos, el acarreo de votantes, la compra de votos, la entrega de enseres para inducir el voto, prácticas que en el pasado se le atribuían al PRI para cometer fraude, quedaron para la historia.

Lo común en la elección pasada fue la privación de la libertad, las amenazas y el desplazamiento forzado y violento tanto de candidatos como de promotores del voto para hacer ganar a los candidatos de la delincuencia organizada.

Esto no fue nuevo ni exclusivo de la elección reciente. Ya se había vivido en elecciones anteriores, pero no se había recorrido tan abiertamente como en la del 6 de junio, aun cuando las autoridades de los tres órdenes de gobierno y las electorales se hicieron las desentendidas.

Uno de los ejemplos que ilustran lo que pasó en varios municipios de la entidad es el del presidente municipal de Zirándaro, el morenista Gregorio Portillo Mendoza, quien abandonó su municipio por amenazas de la delincuencia organizada para que no se reeligiera.

A más de dos meses de que se exilió de su municipio, denunció que la delincuencia organizada se impuso en varios municipios de la entidad para utilizar a los ayuntamientos como una empresa más de sus negocios y que «todo el estado está infestado de estos grupos que condicionan a los alcaldes, o son los que gobiernan con una impunidad tremenda».

Entrevistado en Chilpancingo el miércoles 23, el alcalde sostuvo que en toda la región de la Tierra Caliente, hasta Teloloapan, la delincuencia «ha acaparado más allá de los partidos políticos», y ejerce el control absoluto en los municipios, y cuando un alcalde se atreve a retarlos, es poner en riesgo su vida. «Lo puedo decir con todas sus letras», sostuvo.

Señaló que es su caso y la causa de que lleve gobernando dos meses fuera de Zirándaro.

El alcalde fue privado de su libertad algunas horas por la delincuencia organizada en marzo pasado y días después salió del municipio, porque persistieron las amenazas en su contra del mismo grupo que lo levantó.

Para el edil, con estos hechos el mensaje que se da a los alcaldes entrantes, es que existe un clima de impunidad y que los grupos delictivos son realmente los que controlan y que lo más conveniente es someterse, acatar las instrucciones de ellos y, básicamente, «nadar de a muertito, para poder librar tu periodo como alcalde».

Describió que, en su caso, lo torturaron para obligarlo a no buscar la candidatura a la alcaldía, por una razón muy sencilla: «No están cómodos conmigo, no están de acuerdo en que no les demos dinero, en que no acatemos sus órdenes, en que pintemos una raya de separación entre la delincuencia y el gobierno; entre la autoridad y estos grupos. Y, obviamente, para ellos era necesario imponer a alguien que sí acatara sus instrucciones, que si se sometiera a sus reglas. Y como no hubo forma de hacerme entender mediante el diálogo, pues hubo la necesidad de demostrarme que tienen la capacidad de matarme».

Dijo que «su error» fue haberse inscrito como aspirante a la reelección, cuando la indicación del crimen era que no participara y que renunciara a la candidatura.

«Desde entonces he estado fuera, desde entonces he tenido que mantenerme a distancia», agregó.

Dijo que habló con el gobernador Héctor Astudillo, y éste le ofreció su respaldo. «Me envió una unidad de la Policía Estatal para cuidarme y después me enteré que la unidad era la informante de mis movimientos al grupo de la delincuencia. Entonces, decidí rechazar esa ayuda; no me ayudaba en mucho; es un tema muy complejo», dijo.

Agregó que en Tierra Caliente, hasta Teloloapan, es el único lugar del estado donde hay un control al extremo de que en la pasada elección no se permitió que ni siquiera participaran otros candidatos. «Es entendible: es su fuente de financiamiento. La mayoría de estos municipios son controlados totalmente… es una de las zonas más difíciles. Yo creo que se le debe de dar un tratamiento especial a la Tierra Caliente», sugirió.

Insistió que en su caso el problema fue que no aceptó colaborar con esos grupos y por eso para ellos era una prioridad impedir que siguiera participando en política y por eso lo sacaron del municipio. Y la candidata que ganó fue la de su partido, «a pesar de que es muy joven, de veinticuatro años, y sin experiencia política».

El crimen organizado también expulsó de ese municipio de Tierra Caliente para que no hiciera campaña al candidato de la coalición PRI-PRD, Jaime Torres García.

Portillo Mendoza explicó que la presión arreció en su contra cuando arreció la confrontación entre La Familia Michoacana y el Cartel Jalisco Nueva Generación. «… pretendían ver en el alcalde a un aliado en su disputa, y al no tener ese aliado, hubo una incomodidad en los grupos. Unos me señalaban que no colaboraba con ellos porque apoyaba a los otros, y los otros que estaba colaborando con los otros», reveló.

Otro de los testimonios sobre este tema, es el del Comisarado Ejidal de Guajes de Ayala, Javier Hernández, quien el sábado 26 de junio difundió un audio grabado antes de las elecciones del 6 de junio, en el que, según él, el Kevin, jefe de plaza de Coyuca de Catalán y mano derecha de José Pineda, coaccionó el voto a favor de al menos cuatro candidatos a la alcaldía en la Tierra Caliente.

La grabación dice: «…para esos cuatro, compartan la imagen a los muchachos; díganles que esos cuatro son de nosotros, para que nos echen la mano y vayan tomando fotos ahí con las boletas para irlos palomeando en la lista que me diste, a todos los que me vayan mandando las fotos».

El dirigente ejidal muestra la imagen con cuatro fotografías de candidatos con la leyenda: «Vota por», pero no se identifica qué candidatos son.

Sin embargo, Javier Hernández informó que uno de ellos es Chevo (Eusebio Echeverría Tabares), quien se reeligió como alcalde de Coyuca de Catalán.




Gregorio Portillo. Exilio.
[Foto: Captura de YouTube]

Jaime Ygnacio. Concepción intelectual de la fotografía.

Del 5 al 11 de julio de 2021 al

#1057

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