En esta segunda parte de la conferencia de la doctora Mónica Figueroa Moreno, de la organización Copera, que lucha contra el racismo en México, ella hace un recuento de diversos significados del término mestizo y mestizaje, así como su evolución desde la época colonial hasta convertirse en un proyecto nacional en el siglo XX, con las ideas de la raza cósmica de Vasconcelos, en un intento de la élite en seguir utilizándolo para someter a la población, pasando por examinar algunos usos que se le da y sus connotaciones “no inocentes” ni desinteresadas.
El mestizaje, historia y biología
Respecto del mestizaje pueden decirse muchas cosas, pues es un término que nos remite a muchos significados: por un lado es un dato histórico, un proceso histórico que viene de un proceso colonial; también se dice que el mestizaje es el proceso de unión sexual entre los españoles y los indígenas y de que de allí sale el mestizo; es decir, también se habla de él como un dato biológico, asegura la doctora Figueroa Moreno.
Sin embargo, en ese periodo –explica– también existe una población negra y una población asiática, en menor cantidad pero también presente y que va integrándose, y hay una inestabilidad de esas categorías que se querían imponer: la organización colonial quería mantener separados a los indios, en sus Repúblicas de Indios, de los españoles… nadie se mezcla, pero comienza un proceso de mezcla, hay una debilidad en las regulaciones, porque es muy difícil controlar a la población: No te vayas a acostar con éste; No te embaraces de éste… Y, bueno, la gente se relaciona, hay mucha violencia, pero también habrá relaciones que sean menos forzadas.
De ser mestizo a
convertirse en mestizo
En ese proceso de mezcla, se observan, pues, tres factores: la inestabilidad de las categorías raciales, la debilidad de las regulaciones sociales que mantenían las separaciones entre los tres grupos principales (indígenas, españoles y negros) y la posibilidad de ‘pasar’ y de aculturación. En los hechos se empieza a darse la posibilidad de que si hay algunos que aprenden la lengua, que si saben manejarse en la ciudad, que si… empiezan a darse procesos de pasar de una casta a otra, de comprar títulos… Bueno. Dicen que para el siglo XVII ya nadie sabía quién era exactamente la mezcla de quién con quién.
Durante la Independencia, en ese proceso de creación de la nación, el mestizo deja de ser solamente el hijo diferentes mezclas y se vuelve un estatus tanto atribuido como adquirido, es decir que yo podría ser mestizo porque mis padres son indígena y español o podría serlo porque me convierto en mestizo: me apropio de la cultura, aprendo la lengua, decido… Y eso es algo que todavía vemos; o sea, es la experiencia también de ahora, en la que se dice: Pues vuélvete, ¿no? O sea, la gente se vuelve mestiza, se viste de determinada manera, trata de dejar atrás lo indígena, lo negro, y esto se da porque todos se mueven en un contexto donde hay mestizaje; en otros contextos donde operan otras ideologías raciales, aunque intentes aprenderte todo, te ves como estás y ahí te quedas.
de nación de la élite
En el siglo XIX surge la idea de la raza como algo científico y empieza todo el desarrollo de lo que llaman el racismo científico, que dice que las razas sí existen y que son diferentes especies, como perro y gato, que no se pueden mezclar. Esto viene de Europa, de Estados Unidos, de un desarrollo científico, y lo que hacen todos los países latinoamericanos, la élite latinoamericana es preguntarse: ¿Qué vamos a hacer con nuestra población?, ¿cómo le hacemos si ya hay una mezcla increíble de las diferentes especies? Entonces, lo que hay como respuesta es un contra discurso a ese racismo científico, y ahí viene el mestizaje de Vasconcelos, el mestizaje como un proyecto nacional, como algo que se defiende, como: Aquí todos somos mestizos; esto nos da identidad; queremos ser mestizos, e incluyen a todos los diferentes grupos, a todas las mezclas. Dicen: Ya no vamos a hablar de las diferentes mezclas sino que todos somos mestizos, y se vuelve una idea de orgullo, de proyecto nacional, de construcción del México moderno a partir de defenderse del racismo que venía de Europa.
En esas ideas de la raza cósmica de Vasconcelos, él está diciendo: Aquí estamos todos mezclados y somos la mejor raza y, bueno, vamos a limpiar algunos defectitos pero, en general… nos vamos a civilizar y a modernizar, pero somos lo máximo. Y lo mismo, en Brasil, la democracia racial: Aquí somos una mezcla, ¿no?, aunque algunos tengan nariz afroide o africanoide, bueno, pero ése es un detallito. Es decir, hay esta idea de la mezcla como algo de lo que sentir orgullo.
Lo que sí hay que reconocer es que es una respuesta a otro tipo de racismo, con su propio racismo. O sea: la propuesta anti racista de Vasconcelos es racista, de otra manera, y se encaja allí. Es la élite que dice: Vamos a crear este mundo mestizo para poder funcionar… Si tomaran la línea alemana, sería eliminar a la población. Es un proyecto que viene desde la élite, que quiere mantener el control. La idea del mestizaje continúa como proyecto nacional y ha sido muy exitoso: el proyecto de mestizaje que hecho que el mestizo deje de ser mestizo racializado y se convierta en mexicano.
el mexicano
Hay un momento en que ya no se habla de raza, se deja de decir mestizo, y las castas desaparecen, y el individuo se convierte en un sujeto nacional, de tal manera que hay una idea de que lo nacional no tiene ni cultura ni raza: es nacional. Los que tienen cultura son los indígenas… digo, esto un poco caricaturizado… los que tienen raza son los negros. Empieza esta división de que lo nacional es lo más importante y lo que abarca… pero es muy exitoso, maneja un rollo de inclusión y de exclusión continua; o sea, incluye a todos, hasta te incluye emocionalmente.
¿Cuántas veces han hecho honores a la bandera? –pregunta Moreno Figueroa a la audiencia, quienes ríen nerviosamente– ¡Todos los lunes, todos los lunes! Desde kínder hasta preparatoria, ¿no? Yo me acuerdo, una de las primeras veces que llego al D. F., después de estar en Inglaterra, y voy por 20 de noviembre y está el zócalo, la catedral, la bandera, el palacio nacional, y yo sentía la piel así, se me hacía cosita, y yo decía: ¡No puede ser que me manipulen de esta manera! O sea, ya es así como: Mi cuerpo está cooptado por la nación, veo esos símbolos y me muevo. ¿De dónde sale esto? De una formación continua, de un aprendizaje que nos ha incluido y que, al mismo tiempo, nos excluye. Vivimos en esa tensión.
El mestizaje no es inocente
Otra de las características del mestizaje que sigue presente y nos sale, es cómo en el sistema colonial se organizaban las castas: Muchas veces oímos todavía este tipo de percepción. Quiero que se fijen en esta lógica, veamos esta clasificación de estas mezclas: Español e india, mestizo. Mestiza y español, castizo. Castiza y español, español. O sea, en tres generaciones, español otra vez. ¿Qué quiere decir esto? Hay una lógica que dice: Te puedes limpiar si te mezclas adecuadamente. Es por eso que el mestizaje no es inocente, no es cualquier mezcla, es la mezcla adecuada que te lleve a mejorar la raza. Esta idea que oímos todo el tiempo de mejorar la raza está ahí y viene de este sistema, no porque haya un vínculo directo sino porque se escucha: ¿Y por qué te casaste con ése?, ¿que, no viste?, ¿cómo se te ocurre?
Es decir que todavía estamos en un proyecto de depurarnos. O sea, que mi abuela me dice: Cásate con un güero pa’ que no salgan tan prietos tus hijos, mira, porque te quiero, desde mi corazón te lo digo. Y que es verdad, es verdad en el sentido de que, prácticamente, en este país sabemos cómo funcionan las cosas, y le entramos, algunos le entramos más que otros, pero es parte de esa dinámica de: Te va a ir mejor. Y vemos que a la gente le va mejor.
Se dice blanquito pero
yo lo veo muy prieto
Otro aspecto a considerar es el mestizaje y el color de la piel, dice Mónica Figueroa, y comenta una entrevista hecha con una mujer de piel clara que tiene un hijo “prieto moreno”, pero al que sus amigas lo ven “no tan moreno” y el marido le reclama porque aunque nació “rojito, güerito”, “se está poniendo moreno” y él es moreno, cuestión a la que ella responde: “Pues sí, es hijo tuyo, que no te quede duda”. En esa conversación, la académica encuentra varios elementos del mestizaje: Por un lado tenemos esta cuestión de la relacionalidad del color de la piel, o sea, ¿qué es moreno? Es un debate. No está claro, en este contexto mexicano, el color de la piel es relativo, va cambiando con cada contexto y cada quien se va definiendo de manera distinta.
El otro tema importante es la cuestión del marido: A mí me parece importante que el marido le dice: “Pero, ¿por qué?” Es un reclamo de: “Me casé contigo, ¿qué pasó?, ¿dónde están los beneficios de casarme contigo?”. Aquí hay una implicación de que ella es más clara que él, y que él le está diciendo: “¿Qué pasó?”. Lo interesante es que esto sólo se puede dar en un contexto como el mexicano, de expectativa de mejoramiento de la raza. La pregunta no es inocente, la pregunta viene de esa expectativa de que tendría que mejorar, o sea que a los cuerpos se les puede quitar, añadir, poner, que nos remite a esa idea de las castas otra vez. De: Se podría; o sea, el cuerpo podría ser mejor, ¿y por qué no? Muchas historias de hermanas… que una nació más morena y la otra más clara, y la rivalidad, las diferentes competencias, las habilidades que desarrolla cada quien, las diferentes oportunidades, y un resentimiento, ahí como revolcado con amor y con odio total, ¿por qué?, por esta idea de mezcla, y de que esta mezcla es significativa.
El gen de Hernán Cortés
El otro punto es de cómo “salió” el niño, que para nada tiene que ver con que si la mamá está bien, si parió bien, ¡no!, esa es la quinta pregunta, si es que se pregunta. ¡¿Cómo salió el niño?!, ¿no? Esta idea de que: A ver si el gen de Hernán Cortés ahora sí sale. A mí sí me va a salir. Es como la expectativa de: Ahí viene, ahí viene, ¡y no!, chin… pero, el próximo, a lo mejor ahí sí. Esa lógica de que hay una herencia que va a ir depurando y limpiando es propia del mestizaje, la vemos en operación en nuestra vida cotidiana, en estas ideas de que queremos que salga güerito y que está bonito; hay también la idea de lo bonito con lo güerito y… Salió morenito pero es muy inteligente, va a ser exitoso, algo va a poder hacer bien, ya que… ¡a pesar!, a pesar del color de la piel.
El mestizaje, resume la académica, como proceso es ideología política, con un discurso de inclusión y exclusión a la nación; promesa de igualdad social, cultural y racial; categoría de análisis de identidades raciales en México; y experiencia cotidiana racializada es decir, una lógica racista que organiza la vida cotidiana, que moldea la experiencia del racismo. Y existe también esa disociación entre el racismo sufrido en uno mismo y el que uno ejerce en individuos en situación similar.
Y hace una pausa, hecho que aprovecha la también académica Emiko Saldívar para precisar un par de cuestiones respecto de esa disociación: “Esto es un efecto del proyecto de mestizaje, que no hay un espacio de solidaridad, porque está siempre la promesa de que yo me puedo alejar. Entonces, mi experiencia no la veo compartida como, no es como: Todos estamos de esta lado, entonces, nos vamos a solidarizar. Esto es muy característico de Latinoamérica en general, pero, sobre todo, de México. Por eso, si denuncio el racismo: estoy diciendo que ya no estoy allá, que estoy acá, ¿no? La lucha antirracista en México está marcada por el proyecto de mestizaje, es decir, es una trampa, es una promesa que está ahí latente, de que mejor me quedo calladito y me aplico para ver si yo paso”.
Lo típico mexicano,
la insignificancia
Luego, la doctora Figuero retoma su exposición: Esta idea de que hay una continuidad con la Colonia no es que haya una repetición exacta, pero hay una actualización de esa experiencia. Y el otro punto es la idea que tenemos de “lo típico mexicano”, ligada a lo insignificante –y ejemplifica con una entrevista, donde una mujer juzga a un paisano que triunfó académicamente en Estados Unidos, y asegura que por él en México no darían “ni un quinto”, pues es muy insignificante (“…era el típico mexicano, era chaparrito, morenito, flaquito, o sea, así muy insignificante físicamente.”): Si ésa es la idea que tenemos de lo que es lo típico mexicano, que es insignificante, lo que hace la gente, y todos, es querer distanciarse: Yo no soy tan así. Cómo, al mismo tiempo, un proyecto de nación que supuestamente nos incluye, está diciendo: Pero lo típico, no. Hay una confusión nodal, que tiene que ver con la idea de quién pertenece y quién no, y los que pertenecemos queremos disasociarnos, como no ser eso.
Cuestionamientos finales
Al final de su ponencia, la expositora invita a cuestionarse: La construcción y representación del ‘otro/a’, ¿bajo qué condiciones y a través de qué procesos alguien o algunos grupos se convierten en ‘otras/os’ y más específicamente en ‘otras/os raciales’? En el procesos de racialización, ¿cuáles son las estrategias para esto en el contexto específico de México? Y, ¿cómo es que este ‘otramiento’, racialización y justificación científica operan para que lo pensamos que es lo ‘normal’ (la blanquedad) sea el criterio principal y punto de referencia para la organización jerárquica de la sociedad contemporánea?
Y concluye recordando que el racismo se refiere a: Relaciones de poder que sustentan la producción de diferencias humanas para establecer su legitimidad; se expresa como una serie de prácticas diversificadas, estructurales y sistemáticas de discriminación que operan en relación a marcadores o indicadores corporales, facciones, y características del cuerpo, que difieren o varían entre grupos de personas; y, en general, somos testigos de una u otra forma de racismo, cuando las ideas sobre raza (como nociones de diferencia ‘vinculados’ a los marcadores o indicadores corporales) se usan para asignarle valor a las personas.
Nadie aplaude, pero se lo merece.
De los riesgos del uso de la identidad, según Mónica Figueroa Moreno
Hay que tener cuidado con los riesgos de la identidad. La identidad visible es conveniente estratégicamente hasta cierto punto, y después te puede encasillar. Si yo te digo: Es que las lesbianas son así: tienen el pelo corto, son bien machorras, odian a los hombres… ése es el cuadrito… entonces, quedas atrapado en esa identidad. Y si yo te digo que yo soy lesbiana, vas a decir: No, pero tú no te ves así, machorra, no tienes el pelo cortito, entonces, ¿cómo? Y lo mismo puedes decir de los indígenas: No, los indígenas son así: no usan teléfono celular, no andan en carro, están en el pueblo, no vienen a ciudades, entonces, la identidad que en algún momento te puede servir como un proceso de unión, tiene también que no olvidarse por qué en principio la estableciste, por qué tuviste que sumarte a otra identidad, por qué la que estabas luchando en contra de una opresión, una opresión sexual, una opresión de género, una opresión racial, y como olvidamos que hay este “por qué” de la identidad, luego nos dejan sólo en la identidad, y nos peleamos por ver quién es el mejor negro, quién es el mejor gay, quién es la mejor mujer. Y por qué estábamos en eso en principio. Es como no perder el proyecto, no perder de vista por qué en primer lugar me tiene que importar…
A mí me vale que te llames como te llames, quieras ponerte como quieras, yo lo que quiero es que no haya opresión de ningún tipo. Entonces, ¿cómo le hacemos para eso? Es que el proceso implica solidarizarnos, pero a la mejor el solidarizarnos estratégicamente y no olvidarnos de que el punto no es por quién paga mejor, ¿no?... el baile x que caracteriza a esta cultura, sino es, que no se nos olvide, que la opresión está ahí, la exclusión está ahí.
[Transcripción: Eduardo Añorve]
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