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Aspirantes priístas
de bajo perfil



Vania Pigeonutt

 


Aspirantes priístas. Bajo perfil.
[Fotos tomadas de Internet]

 

 

 

En medio de la crisis político-social de Guerrero por el caso Iguala-Ayotzinapa, aspirantes a la gubernatura, a diputaciones locales, federales y a alcaldías, preparan sus mejores artimañas para ganar: millones de pesos derrochados en publicidad para posicionar imágenes, discursos de que son diferentes y van a transformar Guerrero.

Todos ellos, del partido que sea, han estado varias veces en cargos de elección popular, algunos nunca han terminado una encomienda popular, la mayoría brinca de un puesto a otro.

Entre los aspirantes del PRI a la gubernatura se encuentran dos que ya tuvieron la oportunidad y perdieron –Héctor Astudillo Flores y Manuel Añorve Baños– y dos de perfil muy bajo, pero que ahora ven posibilidades debido a la ausencia de políticos fogueados con presencia.

Según se dice en los corrillos de ese instituto político “el jefe quiere colocar a uno al dedazo”.

El actual diputado local de Chilpancingo Héctor Astudillo, de 57 años de edad, ha ocupado dos veces la presidencia municipal de Chilpancingo, ha estado tres veces en el congreso del estado, y ha sido diputado federal, senador y candidato a gobernador en el 2005, cuando perdió contra Zeferino Torreblanca.

Un rasgo que caracteriza a Astudiilo es que nunca ha concluido un cargo de elección popular: siempre que se acerca una nueva elección deja el espacio que ocupa para lanzarse en busca de una nueva posición que le permita continuar viviendo dentro del presupuesto.

Al igual que todos los presidentes municipales que ha tenido la capital guerrerense, en campaña prometió resolver grave desbasto de agua; al igual que todos, no cumplió.

Aun así, coordinó la campaña de Enrique Peña Nieto en Guerrero, donde el actual presidente de la República perdió ante Andrés Manuel López Obrador.

Manuel Añorve Baños se desempeña por segunda vez como diputado federal, cuota que ganó luego de perder la gubernatura en la elección de 2011, contra su primo Ángel Aguirre Rivero, a cuya sombra forjó toda su carrera política hasta que en la lucha por la candidatura priísta en 2010 rompieron.

En las dos ocasiones que ha sido alcalde de Acapulco –la primera vez en 1999 como interino tras la salida de Juan Salgado Tenorio a raíz de su irresponsabilidad ante el desastre causado por el huracán Paulina–  sus resultados en el municipio son cuestionables.

En la elección de 2008, fue elegido para un periodo de casi cuatro años como alcalde de Acapulco, pero no lo concluyó debido a que se separó del cargo en 2010 para contender por la candidatura del PRI a la gubernatura, que a la postre perdió ante Aguirre.

Durante este periodo, la violencia en el principal municipio de Guerrero, se incrementó a tal grado que maestros del puerto salieron a las calles, en uno de los movimientos más grandes de la historia de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación Guerrero (CETEG), a denunciar que eran secuestrados, extorsionados, asesinados.

El cráter que dejó en el puerto es evidente: obras sin concluir, su puente Bicentenario a medias también, y la inseguridad en las calles. Luis Walton, el alcalde que pidió licencia porque también quiere ser gobernador (tiene segura su candidatura por Movimiento Ciudadano), no la pudo contener. Acapulco pasó de ser una ciudad atractiva, el destino de playa más codiciado del país por el turismo nacional e internacional, a una de las urbes más peligrosas a escala mundial. Estados Unidos la catalogó entre los lugares que no se podían visitar.

Añorve, como la mayoría de la clase política, consideran el poder como un asunto patrimonial. En la elección de 2012, acomodó su esposa Julieta Fernández, quien nunca había participado directamente en política, en los primeros lugares de la lista de candidatos plurinominales al congreso local y ahora aspira a la candidatura a la presidencia municipal de Acapulco, quizá como moneda de cambio a la hora de la negociación por la candidatura a gobernador.

En la pasada legislatura federal, Añorve fue vicecoordinador de la bancada del PRI en la Cámara de diputados, desde donde fortaleció su relación con Manlio Fabio Beltrones, así como con el secretario de Educación Emilio Chuayffet, quien es muy amigo del otro aspirante del PRI a la gubernatura, Cuauhtémoc Salgado Romero, actual dirigente del tricolor en Guerrero, quien también ha sido diputado federal.

Antes, Añorve –siempre ligado a Ángel Aguirre– había sido síndico de Acapulco, cargo que dejó para irse a la subsecretaría de Egresos, de la Secretaría de Finanzas y Administración, cuando Aguirre sustituyó a Rubén Figueroa en la gubernatura.

Para Cuauhtémoc Salgado, representante del figueroismo, la oportunidad de competir en ligas mayores se abrió cuando llegó a la dirigencia estatal del PRI, gracias a que la hegemonía de su padrino político, Rubén Figueroa, dentro del partido se afianzó a raíz de la ruptura de Ángel Aguirre con el tricolor.

Sin mayores prendas políticas que la diputación federal plurinominal gracias a su cercanía con Emilio Chuayfett y una diputación local también plurinominal, Salgado Romero se metió a la pelea por la candidatura a pesar de que, con 20 años de carrera política, es el que menor trayectoria tiene de los cuatro aspirantes.

Originario de Tierra Caliente, Salgado Romero se las ha ingeniado, como la mayoría de los políticos, para violar la ley y promocionar su imagen. Mientras otros usan portadas de revistas hechas ex profeso, el utilizó el pretexto de impulsar una campaña de afiliación al PRI, para colocar anuncios espectaculares a todo lo largo y ancho de la entidad, en los que aparece su fotografía.

También trató de hacer una campaña subliminal a través de pintas en las que sólo aparecía unos bigotes y la leyenda Estos bigotes van a cambiar a Guerrero.

En la plaza Primer Congreso de Anáhuac, una mujer llamada Rocío Flores reflexiona: “¡De plano Mario Moreno es un cínico, un vividor del pueblo, un hijo de su chingada madre!”.

Entre risas, comenta: “¡Es que de verdad, no sé si carcajearme o llorar; Mario nos tiene muy mal por lo del agua, las calles están todas agujeradas, necesitan mantenimiento, puros muertitos, balaceras; muchos secuestros y ¡quiere ser gobernador!”.

Recuerda que éste que es su segundo periodo como alcalde, Moreno Arcos desarregló la plaza pública. “A mí me gustaba más como se veía antes; y además nos tiene sumidos en el miedo”. También tiene muy presente cuando el alcalde señalado por el empresario Pioquinto Damián Huato de haber atentado en su contra hace un año, cuando murió su nuera.

Moreno Arcos es un hombre chapado al viejo PRI, institucional y fiel a su partido. Ha sido síndico y presidente municipal dos veces, diputado local y diputado federal. En la elección pasada se apuntó para la candidatura del PRI a la gubernautra, con el propósito de ver si le alcanzaba para negociar la senaduría, pero sólo consiguió la presidencia municipal.

 

 

 

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