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bala perdida

cultura

 

 

 



El 26 de junio falleció el novelista y ensayista Gustavo Sainz, considerado junto con José Agustín los mayores representantes de la literatura de la onda. Como homenaje, se reproducen en esta edición dos textos breves, un ensayo de José Agustín publicado en La Jornada, y una reseña del libro El tango del desasosiego, de Ignacio Trejo Fuentes.


 

 

 

Dos

textos

breves de

Gustavo Sainz



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Yo, por ejemplo, misántropo, hosco, jorobado, pudrible, inocuo exhibicionista, inmodesto, siempre desabrido o descortés o gris o tímido según lo torpe de la metáfora, a veces erotómano, y por si fuera poco, mexicano, duermo poco y mal desde hace muchos meses, en posiciones fetales, bajo gruesas cobijas, sábanas blancas o listadas, una manta eléctrica o al aire libre, según el clima, pero eso sí, ferozmente abrazado a mi esposa, a flote sobre el río de los sueños.



Oliverio Girondo citado

por Gustavo Sainz

Se miran, se presienten, se desean, se acarician, se besan, se desnudan, se respiran, se acuestan, se olfatean, se penetran, se chupan, se demudan, se adormecen, despiertan, se iluminan, se codician, se palpan, se fascinan, se mastican, se gustan, se babean, se confunden, se acoplan, se disgregan, se aletargan, fallecen, se reintegran, se distienden, se enarcan, se menean, se retuercen, se estiran, se caldean, se estrangulan, se aprietan, se estremecen, se tantean, se juntan, desfallecen, se repelen, se enervan, se apetecen, se acometen, se enlazan, se entrechocan, se agazapan, se apresan, se dislocan, se perforan, se incrustan, se acribillan, se remachan, se injertan, se atornillan, se desmayan, reviven, resplandecen, se contemplan, se inflaman, se enloquecen, se derriten, se sueldan, se calcinan, se desgarran, se muerden, se asesinan, resucitan, se buscan, se refriegan, se rehúyen, se evaden y se entregan.

 

 

 

 

 

Gustavo Sainz es, acaso, el mayor “experimentador” de la literatura mexicana (y no desdeño a Sergio Fernández, Fernando del Paso y Salvador Elizondo). Sus novelas son audaces, provocativas. Luego de Gazapo se arriesgó a publicar Obsesivos días circulares, y supuse que había escrito su obra mayor; pero me equivoqué: libros suyos como Paseo en trapecio, Salto de tigre blanco o La novela virtual sobrepasaron la experimentación de Obsesivos…

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Gustavo Sainz:
El tango del
desasosiego

 

 

 

En la primera mitad de los años 60, Vicente Leñero ganó el premio Biblioteca Breve con Los albañiles, y en muchos sentidos preludió lo que vendría en 1965: la publicación, casi simultánea, de dos libros antitéticos pero complementarios, revolucionarios y fundacionales de la novela en México: Gazapo, de Gustavo Sainz, y Farabeuf o La crónica de un instante, de Salvador Elizondo, ambas editadas por la Serie del Volador de Joaquín Mortiz. Hasta donde sé (pero si la riego ahí está el plumil corrector de Sainz)...

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A propósito de Gustavo Sainz

 

 

 

Menelao despierta. Le duele la cabeza. Piensa en la resaca, pero ahora el dolor es diferente: penetra desde la sien hasta le médula. Carajo, dice, sus 75 años llegan de golpe, como si apenas ayer en el cotorreo, con la Bikina y Mauricio por la calles del D.F. Se asoma sorprendido de cómo la ciudad se fue transformando en un laberinto intimidante. Hubiera escapado antes, Gisela, antes de que… qué. Apenas conservo unas viejas fotos.

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Conejo

 

 

 

 

 

El cuento es antiguo pero no es una idea fija. El cuento cambia: se modifica: se adapta. Lo adaptan, a sus condiciones siempre distintas, quienes lo escriben y quienes lo leen. Habrá un momento en el que lo maten, también, o decaiga de manera irrecuperable, o desaparezca por indiferencia o por descuido. Por supuesto.
      Pero todavía no. El cuento sigue vivo porque no se ha quedado aún sin un solo lector (evidentemente) y porque su forma no se ha agotado. He aquí parte de lo que ocurre ahora con esa forma.

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Manifiesto del cuento mutantes