bala perdida

Acrapulco

Hugo César Moreno Hernández

 

 

Los disgustos
políticamente
correctos

Treintava

 

Me suena a prurito de lo políticamente correcto la crítica despiadada contra ciertas expresiones de la, digamos, cultura popular marca pop latino, en específico, esa especie de cruzada anti Ricardo Arjona que se vincula con las voces ofendidísimas por la existencia de Laura Bozzo o los cheques emitidos por alguna institución gubernamental (o algo así) a López Dóriga (así de botepronto se me va el nombre de pila de este cabrón). Con memes feisbuqueros la banda se sube al tren de la criticada y crea una onda expansiva del pasarse de verga en el vagón de lo políticamente correcto.

                Es políticamente correcto compartir el meme que se burla de Arjona, de Cohelo, de Chabelo, de esas figuras que han llenado la vacua cotidianidad de los pobrecitos que no tienen acceso a la alta cultura de los jipstersillos, jipijipsters, chairos y demás fauna de sobaco ilustrado o iPhone con apps ad infinitum o tablets súper chingonas que alcanzan wi-fi bajo el agua y lo cuentan todo con un guatsap.

                Es contracultural, ¿no, ‘oei? Porque es súper naco escuchar a Arjona y leer a Yordi Rosado o a Carlos Cuauhtémos Sánchez. En esencia, si es que la hay, podría estar de acuerdo que amenizar las mañanas con la rola más reciente del Komander resulta perjudicial para el desarrollo intelectual de cualquier pueblo. Lo mismo podría decir de Wendy Sulka, pero como es tan jipster, por cagadita, es políticamente corrector escarbar en su propuesta musical algo de calidad y creatividad. ¡Chale!, no mamar. El Komander y la Sulka, están, en cierto sentido geográfico, en la misma liga popular, no son sonidos para estimular el intelecto, como tampoco lo son películas mamonas mudas de sentido e imágenes ensalzadas nomás porque se presumen piezas artísticas.

                Los pasajeros del tren de lo políticamente correcto se montan arriesgando el físico promoviendo el linchamiento de media humanidad debido a sus gustos poco sofisticados. De repente aparece una foto con una niña de sonrisa esplendorosa presentando un cartel que deja leer algo como los niños escuchamos al Komander, y la banda políticamente correcta se escandaliza y desahucia a la niñez mexicana. ¡Vaya!, se puede despotricar contra Arjona y criticar a sus fans por su mal gusto, implicando que el gusto propio es mejor por alguna razón moral, por algún toque estético ininteligible. Ja.

                Estoy de acuerdo que existen expresiones estéticas que dan la vuelta al circuito y se embadurnan de fealdad insufrible. Pero de ahí a que se haya convertido en una posición políticamente correcta feisbuquera de estilo chairo-vegano que pugna por la extinción y/o linchamiento de aquel que no ve la vida según debería ser desde mi trinchera, me súper caga. Por ello he estado tentado a crear un grupo de defensoría de lo políticamente incorrecto como escuchar a Arjona, argumentar sobre sus aciertos poéticos, la calidad de sus metáforas y metametáforas y megahipermetáforas incompresibles para las mentes enanas que sólo pueden guachaguachear rolas de MGMT, nomás porque Arjona está en la onda de lo políticamente correcto. Ja. No mamen.

Pero a ver, por qué no se ha creado una masa crítica políticamente correcta que se oponga al alud de memes que humillan, denigran, deshumanizan y generan racismo y otras formas de odio social contra los estudiantes del CONALEP. En el feis la campaña de defenestración contra estos jóvenes es implacable y ominosa, se estereotipa a un sector de la sociedad (como también a los jóvenes reguetoneros o chakas) que merecería ser defendida con más coraje que los perros y los animales del circo. En el caso de los jipsters y otras faunas no sucede lo mismo, porque parte de su forma cultural es el canibalismo, es decir, un jipster es el que ataca a los jipsters y así se hace más jipster, sobre todo porque tiene el acceso a los medios digitales. Por eso, señores pasajeros de lo políticamente correcto, elijan mejor sus cruzadas.

 

 

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