bala perdida

Acrapulco

Hugo César Moreno Hernández

 

 

Lo
políticamente
correcto

Veintinueveava

 

Tejer una frase encaminada hacia la vacuidad para decir algo profundo supone tremenda complejidad. Es preciso hacer miles de conexiones para evitar un exabrupto, una palabra mal asignada, un insulto sin intención. Si encontrar la frase exacta, aquella que, según lo políticamente correcto, no atenta contra nadie, contra nada, es difícil, elaborar la broma vacía de contenido ofensivo, simplemente es imposible. Si el chiste no ofende, mejor no lo hagas. No sé si siga en boga un comediante conocido como Platanito. Hacedor de malos chiste, su único bueno fue tan tremendo que ocasionó linchamiento público. Era un chiste ofensivo, el blanco era lo intocable, según las conciencias de lo políticamente correcto (otro avatar de la superioridad moral). Sí, el chiste era grotesco, por ello, bueno. Lo hizo en una fiesta privada, pero hoy la privacidad está extraviada, con cualquier dispositivo electrónico se puede grabar voz e imagen y Jennifer Lawrence aparece en pelotas. Parece que debemos cuidarnos en la elaboración de enunciados hasta en el momento más íntimo. Coger sin condón y gritar frases misóginas o racistas al momento del orgasmo puede ser escandaloso, incluso más que un mal coito.

                Lo políticamente correcto es castrante. Elimina testículos a la exactitud de la frase, atempera la dureza de la realidad e invisibiliza la miseria que constituye gran porcentaje de la realidad. “Adultos mayores, en plenitud”, justo en el momento biológico en que la plenitud se ha ido; “personas con capacidades diferentes”, para referirse a personas que han perdido la totalidad de las capacidades comunes y por esto han debido aprender cómo solventar su situación. El neobarroquismo de lo políticamente correcto es abundante y lo farragoso de su aprendizaje convierte a los políticamente incorrectos en intolerantes, malas personas, inmorales peligrosos insensibles ante el otro. Pero ¿Qué no ocultar la crudeza de una miseria humana desactiva su potencia para presentarse ante los otros y así exigir, no sensibilidad, sino responsabilidad al resto de la sociedad? Por más que se les llame no contactados a los tagaeri y taromenane, la verdad, ruda y cruda, es que han sido contactados con la bayoneta calada. Por más que se le llame “desarrollo económico”, a la sobreexplotación de los recursos naturales, la verdad, ruda y cruda, es que unos poquitos son los afectados directamente y el resto a través de los efectos posteriores. Por más que al cadáver del enemigo público se le llame “abatido”, “dado de baja”, “ejecutado”, “eliminado”, etc., la sangre teñirá con la misma luz los pavimentos.

                Por ello me parece cagante la elaboración discursiva de lo políticamente correcto, como si escribir las/los (as) y repetir el genérico plural por género eliminara los memes culturales que fomentan la orientación machista de una sociedad. El discurso, sí, tiene efectos de poder. Habrá que observar con diversas lupas teóricas los efectos de poder de lo políticamente correcto, de hablar de empoderamiento en lugar de posicionamiento en un marco de resistencia y no de condescendencia. Hablar con claridad y rudeza, como lo hacen los hombres según virilidad. Hablar con resistencia, como lo hacen las mujeres al apropiarse de esas palabras antes simbólicamente masculinas. Sin filigranas. Dejar que la sangre y el dolor aparezcan en el fraseo, en la intención de exigir ser vistos, ser discapacitados, seniles, indios, marginados, pobres, jotos, feos, excluidos. Que el dolor se filtre en el discurso, transmita calosfríos a las buenas conciencias, que les provoque muecas de asco, que sepan sobre los pobres, sobre sus amores, sus formas retorcidas por las estructuras para desnudar la fealdad de las estructuras sociales. Hablarle bonito a la mierda de la escala social no la convierte en algo hermoso, sólo desactiva su poder de pintar de colores horribles las fachadas de la realidad ficcional pintada con lo políticamente correcto.

                El muñón dice más que un discurso.

 

 

anterior - índice

 

 

 

 

 

Twittear

 

C O M E N T A R I O S