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En ocho años, Carrizalillo
pasó de la bonanza a
la desolación

Marlén Castro

 

 

Carrizalillo, pueblo desierto. [Foto: Trinchera]

 

 

 

 

El ladrido de un perro solitario, breve y desganado, rasga el silencio.

En el aire, siete zopilotes revolotean en círculos. De repente, alguno se precipita al suelo. Al frente sólo hay calles solitarias y casas, con puertas y ventanas cerradas.

Luego del ladrido, lo único que se oye son los ruidos de los carros en los que llegamos.

El pueblo se encuentra vacío, pero en el centro, un taxi y su conductor esperan pasaje.

En este pueblo, en donde todos los habitantes, ahora ausentes, se apellidan Peña, Celso o Solís, antes vecinos fraternos, se han matado entre sí. Las víctimas han sido torturadas, una descuartizada, las más asesinadas con AK-47 y AR-15.

Este año, en vísperas del pago anual por la renta del ejido a la transnacional Gold Corp, en el transcurso de 21 días, seis personas han sido asesinadas; dos mujeres, una de ellas, una anciana de 80 años.

De acuerdo al precio de la onza de oro, el ejido recibirá este 4 y 5 de abril, 85 millones 497 mil 600 pesos, al cotizarse cada hectárea en 71 mil 248 pesos, por el acuerdo en 2014 de cuatro onzas por hectárea.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) señaló en su informe más reciente que uno de los peores efectos sociales que enfrentan los pueblos con minería es la alteración de la vida comunitaria, por la división interna.

Aunque el estudio habla de muertes violentas, la CIDH está muy lejos de retratar la realidad de este pueblo trastocado por la explotación del metal que toda su vida tuvo bajo los pies.

Esto es Carrizalillo, ocho años después, de iniciada la extracción de oro.

 

 


1 de abril de 2007

 

Salvador García Ledezma, director general de la Gold Corp en México, soltó una leve sonrisa a Julio Peña Celso, negociador de los ejidatarios, y a Valeriano Celso Solís, presidente del comité de vigilancia del comisiariado ejidal, cuando los campesinos propusieron, luego de una negociación de seis horas, que el corporativo pagara 13 mil 500 pesos por cada una de las mil hectáreas rentadas, de las mil 300 que componen este ejido del municipio de Eduardo Neri.

Parco con los ejidatarios, como se condujo los 83 días que duró el conflicto, al escuchar esta nueva propuesta, les dijo: “Señores, estamos arreglados”.

Desgastados de propuestas y contrapropuestas, los ejidatarios estuvieron unos segundos en silencio, hasta que el resto, siempre pendiente de la negociación, aplaudió para festejar el arreglo.

Ese domingo, estaban en la mesa, Crisóforo Guzmán Montiel, presidente del comisariado ejidal nombrado durante el conflicto –con sus lentes Ray-Ban siempre puestos–, y el comisario de Carrizalillo, Onofre Peña Celso.

Los apoyaron en la negociación con el poderoso corporativo, los abogados Mario Patrón y Vidulfo Rosales Sierra, del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, además del diputado local, en ese entonces en las filas del PRD, Ramiro Solorio Almazán.

En la negociación hubo ausencias de algunos ejidatarios, los que se mantuvieron al margen del bloqueo, encabezados por el presidente del comisariado ejidal destituido, Fidencio López Peña.

El arreglo al que llegaron implicaba un pago de 13 millones 500 mil pesos por la renta de las hectáreas de uso común, aparte de las parcelas individuales de cada ejidatario. Antes del conflicto, la empresa pagaba sólo 800 mil anuales.

Nadie en este pueblo se planteó sacar de sus tierras a la empresa minera. Su pelea consistió en conseguir un pago mayor por la renta del ejido. Algunos ahora lo lamentan.

 

 


***

 

El conductor del taxi que espera pasaje, en este pueblo sin gente, extiende una tarjeta de presentación. Dice que va a donde lo llamen a recoger al cliente, incluso fuera.

Luego de una plática de segundos, hay algunos ruidos que lejos de tranquilizar siembran inquietud.

Hace algunos días, nueve para ser exactos, en la madrugada del viernes 27 de marzo, hubo una incursión armada. Cuatro personas fueron atacadas con AK-47; tres fallecieron, entre ellas, dos mujeres, una anciana de 80 años se cuenta entre las víctimas. Otra mujer embarazada pelea por salvar su vida, y la del bebé, en un hospital de la capital.

En los siguientes días, las familias jalaron algunas pertenencias, dejaron sus casas con llave y abandonaron el pueblo. En las calles todavía hay casquillos percutidos. Hay varias casas horadadas por balas de grueso calibre y los carros estacionados afuera de estas propiedades tienen los medallones rotos y las puertas perforadas. Una de estas casas pertenece a Esther Peña, mamá de Fidencio López Peña, el presidente del comisariado ejidal depuesto durante el movimiento de los ejidatarios.

Fidencio falleció en agosto de 2009 de un cáncer en el rostro, que comenzó en el ojo izquierdo. Doña Esther también perdió a su hija Sofía López Peña, de cáncer en el pulmón, en diciembre de 2010. Ambos trabajaban manipulando sustancias tóxicas en la mina de Gold Corp.

La casa tiene más de cincuenta impactos en ventanas, puertas y paredes. Está deshabitada desde el 27 de marzo. Es una casa color crema, de dos plantas, protegida con herrería, parece imposible de penetrar.

Los disparos a la casa de doña Esther duraron mucho, yo creo que como una media hora, pero nunca pudieron entrar para sacarlos; ni a la casa de su hijo Silvestre, quien vive al lado; luego se fueron para arriba a atacar otras casas y allá sí entraron y mataron a tres personas”, cuenta una de las pocas habitantes que queda en Carrizalillo.

Cuando desistieron de meterse a la casa de Esther Peña, en donde aparte de la señora de setenta años viven los huérfanos de Sofía y de Fidencio, unos ocho menores y adolescentes, los pistoleros atacaron otras tres casas en donde funcionan tiendas de abarrotes.

En una de las tiendas atacadas vaciaron sus armas a Miguela Barrios Ojeda, de 80 años, y a Fabián Adame Durán, de 26; la esposa de Fabián, Jessica Villalba Montiel, con un embarazo avanzado, también resultó herida y está grave.

En otro negocio, atacaron a Bertha Santos Peña, de 36 años; también murió.

Los vecinos dijeron la mañana inmediata al ataque, que los pistoleros eran del grupo criminal Los Rojos, al mando de Margarito Bahena Álvarez, llamado El Margaro, y que fue una advertencia para que los 800 trabajadores de la mina paguen 40 mil pesos de extorsión y 100 mil pesos cada ejidatario.

En un documento anónimo que hizo llegar un grupo de ejidatarios, se acusa que los responsables de la incursión son del grupo Guerreros Unidos, encabezados por Onofre Peña Celso, Valeriano Celso Solís, Israel Peña López y Víctor Peña López.

Este grupo delincuencial confunde a las autoridades con los señalamientos que hace al cargar estos hechos sangrientos a otro grupo delictivo, razón que no es cierto”.

Agregan que estas personas mencionadas son respaldados por elementos del 27 batallón de infantería, con sede en Iguala, quienes “seguidamente entran y salen armados sin que las autoridades federales logren detenerlos”.

Se sabe que este 4 y 5 de abril los ejidatarios cobran la renta anual de sus tierras. Hace un año, luego de otro bloqueo de un mes, consiguieron que Gold Corp pagara cuatro onzas de oro por hectárea.

Aunque el precio de la onza cayó en los últimos cuatro años –en 2011 alcanzó el máximo histórico de mil 800 dólares–, en estos momentos las cuatro onzas por hectárea, a un precio de mil 200 dólares (17 mil 812 pesos mexicano) significan 71 mil 248 pesos.

Por la renta de las mil 200 hectáreas de uso común, el ejido recibirá estos días 85 millones 497 mil 600 pesos.

 

 


1 de abril de 2009

 

En Carrizalillo lleva dos años la extracción de oro. El pueblo sigue siendo el mismo de calles polvorientas, pero con camionetas Lobo, Cheyene y Suburban, conducidas a veces por menores de edad. En las casas se entretienen viendo televisiones de plasma o escuchando música en buenos equipos de sonido.

Para el segundo año del cobro por la renta del ejido, los campesinos se proponen que Gold Corp pague sus tierras en onzas de oro.

Cuando Tomás Iturriaga Hidalgo, gerente de Los Filos, escuchó la nueva propuesta de los ejidatarios, abrió desmesuradamente los ojos y soltó una risilla.

El año anterior, habían propuesto la cantidad de 20 mil pesos por hectáreas; con la negociación, el precio quedó en 14 mil 825 pesos. Iba por una propuesta similar.

No, eso no creo que sea posible, bajo ninguna circunstancia creo que se acepte eso”, dijo a las autoridades del comisariado ejidal, aún eran los mismos del movimiento.

Ante la negativa para negociar con base en el precio de las onzas de oro, los ejidatarios declararon un bloqueo general a las actividades de Gold Corp, y lo que Iturriaga dijo que era imposible, estaba ocurriendo: negociaban las tierras en onzas de oro.

Los ejidatarios pidieron 3.5 onzas por hectárea. Ese año el máximo de la medida aurífera en el mercado mundial alcanzó los 920 dólares. El pueblo se volcó a los accesos para impedir las operaciones. 14 horas después, el corporativo cedió pagar 2.6 onzas. En moneda mexicana, significó para los ejidatarios 36 millones.


***

Los ocho años de operación de la cuarta compañía mundial de oro en el mundo, que en este pueblo extrae 370 mil onzas al año, se notan de inmediato, antes de llegar a Carrizalillo. En lo ambiental: el paisaje se transformó drásticamente. Ya ni siquiera se ve la cadena de cerros mutilados de cuando comenzó la operación, sino un agujero gigantesco en donde estaba el cerro El Bermejal, que fue trasladado a la laguna de lixiviación, a unos 800 metros, a la derecha del mismo cerro.

Pero los cambios en el paisaje son lo de menos, aunque la amputación se vea dramática.

La compañía no ha reconocido que el cáncer que llevó a la tumba a Fidencio y Sofía es consecuencia de la manipulación de sustancias peligrosas, los mismo que diversas enfermedades, sostiene la familia.

Procesos Integrales para la Autogestión de los Pueblos (PIAP), organismo integrado a la Red de Afectados por la Minería (REMA), en un estudio hecho en 2014, reportó que 27 por ciento de la población padece nauseas, diarreas y parasitosis; 39 por ciento, dolor de cabeza, agotamiento, somnolencia, irritabilidad y desánimo y 45 por ciento, ronquera, inflamación o anginas.

Entre las enfermedades más comunes encontraron gripa, tos, bronquitis, asma y pulmonía, desde adultos a menores. Indica el estudio que estas enfermedades son causadas por el polvo con metales pesados que hay durante las 24 horas del día. El polvo que se levanta de la laguna de lixiviación es la tierra ya desprovista del oro, plata y zinc, gracias a toneladas de cianuro, agua y cal.

Sin embargo, los impactos ambientales y los efectos en la salud, no son lo más grave.

En abril del 2009, luego de conseguir que Gold Corp pagará en onzas de oro sus tierras, los habitantes de Carrizalillo, comenzaron a sufrir extorsiones y secuestros.

Conforme subía la cotización del oro, aumentaba la violencia.

 

 


24 de agosto del 2012

 

Gilberto Celso Solís, de 54 años, hermano de Valeriano Celso Solís, presidente del comité de vigilancia del comisariado ejidal de 2007 a 2009, llevaba 21 días desaparecido. Para estas fechas, ya varios ejidatarios habían sufrido secuestros, pero con el pago de por medio, eran liberados.

Valeriano Celso dice que nadie llamó para pedir rescate, que se llevaron a Gilberto, desde el principio, con la idea de asesinarlo.

La última vez que lo vieron, el 3 de agosto del 2012, iba conduciendo su Suburban blanca, en una de las salidas de Mezcala.

El 24 de agosto de 2012, la familia de Valeriano Celso recibió una llamada de las autoridades ministeriales para que fueran a reconocer un cuerpo encontrado en las cercanías de Xalitla, sobre la carretera federal.

El cuerpo ya había sido devorado por aves de rapiña, pero las autoridades establecieron que Gilberto había sido descuartizado, durante o después de la muerte.

 

 


13 de mayo del 2013

 

La noche del 13 de mayo, Los ejidatarios acudieron a un llamado de auxilio de las autoridades ejidales para rescatar en Mezcala al presidente del comisariado, Santos López García, de 42 años.

Santos López iba en su camioneta Ford Lobo, blanca, cabina y media, en compañía de otro habitante de Carrizalillo, cuando fue secuestrado. En Carrizalillo supieron quienes privaron de su libertad a los dos campesinos, por lo que llamaron a otros ejidatarios para rescatarlos.

Al frente del rescate armado, iba Onofre Peña Celso, sobrino de Valeriano Celso, quien había sido comisario del pueblo en dos ocasiones.

En La Tranca, donde se divide el camino a Mezcala y hacia el paso de tráfico pesado, ocurrió el enfrentamiento. En la balacera, Santos López recibió varias detonaciones y murió en el lugar de los hechos. El campesino que lo acompañaba sobrevivió y contó quiénes y cómo se los llevaron.

Durante la refriega, el hijo de Onofre Peña, Sergio Peña Villalva, de 18 años recién cumplidos, dicen que corrió al monte para protegerse. Hasta la fecha, continúa desaparecido.

Poco después de ese enfrentamiento, comenzaron a llegar a Carrizalillo hombres desconocidos a visitar a Onofre y a Valeriano, de acuerdo a testimonios de algunos vecinos. Esos hombres llegaban siempre armados.

Con el tiempo, supieron que esos hombres armados ajenos al pueblo, de acuerdo a esos mismos testimonios, eran del grupo criminal conocido como Guerreros Unidos, que al igual que Los Rojos, habían formado parte del cartel de los Beltrán Leyva.

 

 

 


27 de septiembre del 2014
/ 24 de octubre del 2014

 

La madrugada del 27 de septiembre, cuando la policía municipal de Iguala detuvo a 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, aún desaparecidos, una organización criminal, que las autoridades policiacas aseguran eran de los Guerreros Unidos, formó en el acceso a Mezcala, punto obligado para llegar a Carrizalillo, una barricada sobre la carretera, para impedir el paso de la policía que participaba en el supuesto operativo para buscar a los normalistas.

En octubre, una fuente anónima indicó a los padres de los 43 desaparecidos que buscaran a sus hijos en Carrizalillo, porque la noche del ataque, hubo movimiento inusual de gente y de camionetas en el poblado.

El 24 de octubre, unos 70 elementos policíacos, entre miembros de la Marina, Gendarmería, Policía Federal y Estatal, llegaron a Carrizalillo, exigiendo a los habitantes información sobre las fosas en las que sepultaron a los normalistas. Se llevaron consigo a la SEIDO a ocho detenidos. Como los policías se adelantaron, los padres nunca fueron a buscar allí.

En la cárcel de Chilpancingo permanecen presos desde entonces Aarón Peña Celso y Andi Montiel López, de las familias que apoyaban a Fidencio Peña.

 

 

 


14 de marzo del 2015

 

Los hermanos Juan Carlos Peña Celso, de 21 años, y Mauro Galicia Celso, de 23, con su primo José Elí Merino González, de 28, fueron localizados muertos, con huellas de tortura, en una fosa clandestina en una barranca del paraje Los Mangos, en la comunidad de Mazapa, muy cerca de Carrizalillo.

Nueve días antes, el 5 de marzo, los tres jóvenes y otro minero más fueron privados de su libertad cuando salían de trabajar de Gold Corp.

Juan Carlos y Mauro son hijos de María Elena Celso Solís, hermana de Valeriano Celso Solís.


 

 

***

 

Bajo estas circunstancias el silencio no es nada confortable. Menos los ruidos que rompen esta supuesta tranquilidad. El sonido que hace una silla cuando la arrastran, el chillido de una puerta, una moneda que rueda, el más mínimo movimiento pone en alerta.

Ya estando en el pueblo, mientras se recorren sus calles solitarias, se observan los casquillos en el suelo, las viviendas baleadas; de una o dos casas, se asoman los ocupantes a ver quiénes son los que llegaron. Pero no saludan ni sonríen.

De ambas partes hay temor.

Buenos días –se saluda finalmente.

Buenos días –contestan con cautela.

Se dice el nombre de una persona a la que buscamos.

Aquí ya casi todos se fueron, solo quedamos unos pocos.

Con la ayuda de esta familia, se hace el recuento de que solamente unas 20 familias puede haber en Carrizalillo, de las 300 que habitaban en el ejido.

Las personas con las que se habla son una pareja de esposos ancianos. La señora dice que ya están muy viejos para moverse de aquí y que no tienen ningún muertito en su conciencia, que por eso no tienen miedo.

Y si me vienen a matar, pues que me maten, aunque yo sea inocente.

Sin embargo, no saben cómo se las van a arreglar si las cosas continúan igual, pues en algún momento tendrán que salir del pueblo a comprar víveres. En estos nueve días han comido lo que tienen en la despensa, pero ya se está acabando.

La anciana recuerda la vida antes de que llegara la Gold Corp a extraer oro. Dice que hacían fiestas y todos convivían, que se hacían favores, que iban a ayudar cuando algo se ofrecía. “Las personas a las que ahora los señalan de hacer cosas malas eran gente muy buena”.

Dice que como ella no es ejidataria, no recibe nada por las tierras de uso común, pero tiene cuatro hectáreas que renta a la Gold Corp.

Aunque yo preferiría seguir sembrando mi maíz y comer frijolitos, semillitas y los huevitos de gallina.

Las personas que se ven después de la pareja anciana miran con recelo. Quizá tienen ellos la misma impresión.

El silencio sigue pareciendo algo inquietante.

Caminar más arriba, o calles abajo, no parece buena idea. El taxista continúa a la espera de pasaje.

El ruido que volvemos a escuchar es el de los carros en los que nos vamos.

Los zopilotes continúan dibujando círculos el aire; el perro ya no ladró.

 

 

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