Seguir:
Facebook
Twitter

información

 

 

 

A dos años de Manuel

La Montaña
sigue devastada

 

 

Arturo de Dios Palma

 

 

Primaria Sor Juana Inés de la Cruz. Dos años de espera. [Foto: Arturo de Dios]

 

 

 

 

La mañana del lunes 16 de septiembre de 2013, la Montaña de Guerrero amaneció más pobre que de costumbre. En tres días, del viernes 13 al domingo 15, las lluvias provocadas por la tormenta Manuel y el huracán Ingrid, devastaron la región: murieron 40 personas, miles de casas se dañaron y la mayoría de los pueblos quedaron incomunicados.

A dos años, en algunos lugares las cosas no han cambiado mucho.

Ahora, el caminar por las comunidades de la Montaña de forma inevitable se convierte en un inventario de daños.

Al andar se ve cómo los centros de salud que la bravura de un río se llevó no han sido repuestos, o cómo las escuelas que enterró algún deslave continúan sepultadas. Pero también se escucha la historia de supervivencia de algún poblador y se aprecia la sobrevivencia: ver cómo han logrado vivir miles de personas damnificadas al límite: sin casa, sin comida suficiente; sin trabajo.

Los fenómenos meteorológicos junto con la desidia gubernamental complicaron más la vida de los pobladores de la Montaña. Los que antes tenía una pequeña casa de lámina de asbesto, con baño y dos cuartos, ahora tienen que vivir en chozas que construyeron con el material que tuvieron a la mano: cartón, plástico, trapos. Los niños que asistían a una escuela en condiciones, ahora lo hacen bajo chozas insalubres y poco aptas.

De acuerdo a la información alojada en el portal Transparencia Presupuestaria, para la reconstrucción de Guerrero el gobierno federal invertirá 40 mil 222 millones pesos, de éstos para los 19 municipios de la Montaña se tiene previsto un monto cuatro mil 302 millones 602 pesos, es decir, 11.4 por ciento.

El gobierno federal, en ese mismo portal, dice que hasta el 15 de junio de este año se han invertido 32 mil 224 millones de pesos y el avance en la reconstrucción tiene un porcentaje de 80.1 por ciento. Pero sus números no coinciden con lo que se ve en los lugares dañados.

El desprecio no sólo es presupuestario para la Montaña. Durante la contingencia fue de las últimas regiones que recibió ayuda. El operativo que implementaron los gobiernos federal y estatal se centró de inicio en las zonas urbanas del estado, Chilpancingo y Acapulco.

En el caso de Acapulco, el gobierno federal enfatizó la ayuda en el rescate de los turistas que se vieron impedidos para dejar el puerto porque todas las vías de comunicación se colapsaron.

Mientras eso pasaba en Acapulco, en la Montaña cientos de indígenas tuvieron que caminar y caminar por horas para encontrar un refugio, un lugar seguro en el que, en muchos de los casos por no tener otra opción, aún permanecen.

 

 


***


Han transcurrido dos años desde que pasó la tormenta Manuel y los más de quinientos habitantes de la comunidad de San Miguel Amoltepec el Viejo, en Cochoapa el Grande, continúan viviendo en condiciones precarias y así seguirán más tiempo.

Cochoapa el Grande, el municipio más pobre del estado y del país, sufrió las consecuencias de Manuel. La tormenta sepultó más de la mitad de San Miguel Amoltepec el Viejo. Un alud de lodo se le vino encima. La escena sigue intacta: las casas de adobe, de tabla, las de material y el plantel preescolar Sor Juana Inés de la Cruz, están hasta el tope de lodo.

Los pobladores ahora están en la comunidad de Pie de Maguey. Antes anduvieron de nómadas: primero estuvieron en la orilla del panteón y después sobre una loma desde donde podían ver sus casas enterradas.

En todos los casos, literalmente, los pobladores han tenido que sobrevivir al límite, con lo mínimo de alimento, durmiendo bajo láminas de aluminio, casi a la intemperie, en temperaturas cercanas a los cinco grados.

La ayuda alimentaria de parte del gobierno federal llegó en forma apenas hace cuatro meses, pero no por una acción propia, sino porque las comunidades damnificadas se aglutinaron en el Consejo de Comunidades Damnificadas de La Montaña, exigieron y lograron que cada mes la CDI a través de Diconsa les entregue 125 kilogramos de maíz y 26 de arroz y frijol.

Celso Santiago Cayetano, el secretario de comisario municipal y uno de los gestores de esta comunidad, dijo que si no hubieran emprendido la exigencia la comunidad estaría sufriendo hambruna en estos momentos.

Pero no todos los reclamos serán respondidos pronto. Su reubicación y la construcción de sus viviendas va a cuentagotas.

A un año en la localidad Pie de Maguey, donde van a ser reubicados en 107 viviendas, apenas se ven los trazos de la lotificación y cinco casa están a punto de quedar listas.

De acuerdo con Santiago Cayetano, el miércoles 18 de junio se reunieron pobladores con funcionarios de la CDI y personal de la constructora Grupo Oro; les informaron que no trabajarían durante estos meses porque los caminos están dañados.

En esa misma reunión, informó Santiago Cayetano, la dependencia encargada de su reubicación se comprometió a entregar las 107 casas el 15 de marzo del siguiente año, es decir, dentro de seis meses.

Estas 107 casas se construirán en un terreno de 3.5 hectáreas donado por los bienes comunales. Cada casa medirá siete por ocho metros.

Las casas no serán suficientes para todos los habitantes de San Miguel, pues del censo que realizaron las dependencias federales quedaron fuera las personas que migraron a estados del norte del país para trabajar como jornaleros.

Sin embargo, aún no se terminan de construir la totalidad de las casas, y a algunas la humedad del lodo que las rodea ya comienza a afectarlas. Ahora los pobladores trabajan en quitar el lodo de sus casas nuevas.

Otro de los pendientes de la reconstrucción es la primaria donde este año ya deberían de estudiar los doscientos niños de San Miguel Amoltepec y las colonias cercanas. Sobre el terreno donde se pretende construir la escuela sólo hay material de construcción, varillas, láminas y madera regada, pero nada tiene forma. Así que otro año más, como lo hicieron el anterior, los doscientos niños mixtecos pasarán todo o parte de este ciclo escolar tomando clases bajo chozas construidas con sobrantes de láminas, con piso de tierra y con la esperanza que la lluvia sea benévola con ellos.

De lo que será la primaria Sor Juana Inés de la Cruz, sólo hay un anuncio que indica que la Secretaría de Educación Pública (SEP) construirá allí una escuela con recursos del Plan Nuevo Guerrero, además de material tirado por todos lados.

Este plantel, originalmente estaba en la comunidad de San Miguel Amoltepec el Viejo, pero la tormenta de hace dos años la enterró.

Las condiciones precarias de los pobladores de San Miguel no son nuevas. Desde que Cochoapa el Grande se constituyó como municipio, en automático se convirtió en el más pobre del país.

En el censo de 2010, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), lo catalogó como el municipio con mayor grado de marginación y rezago social en México.

Según el informe, hasta 2010, 80.56 por ciento de las viviendas particulares habitadas en Cochoapa no disponen de excusado o sanitario; 62.5 por ciento de población de 15 años o más es analfabeta; 100 por ciento de población sin derecho-habiencia a servicios de salud; cien por ciento no cuenta con lavadora y 69.44 por ciento no disponen de un refrigerador.

De las 120 localidades que integran Cochoapa, 111 tienen un rezago social “muy alto”. La tormenta Manuel en la Montaña no sólo provocó el exilio de pueblos completos, también hizo cosas peores.


 

 

***


Antes de las 3:30 de la madrugada del domingo 15 de septiembre en la casa de Perfecta Flores Pacheco todos dormían. Afuera la lluvia que comenzó dos días atrás no paraba. Minutos después Perfecta gritaba pidiendo ayuda para tratar de rescatar con vida a sus hijas Yanet Carrasco Flores, de 21 años de edad; Yuridia Carrasco Flores, de 13, y su nieta, Kimberli Agustín Carrasco, de tres meses de nacida.

Perfecta salió como pudo en medio de la oscuridad y la lluvia. No recuerda bien cómo lo hizo y tampoco intenta saberlo. En ese momento, ella sólo quería rescatar con vida a sus hijas y a su nieta.

Pidió ayuda a vecinos y familiares que de inmediato comenzaron a trabajar en la excavación. Mujeres y hombres trabajaron con el riesgo de un nuevo desgajamiento casi 11 horas. Todo fue en vano. La embestida del lodo fue implacable: las dos mujeres y la bebé murieron asfixiadas por las toneladas de lodo que se le vinieron encima.

Aturdida, en ese momento la mujer no pudo ver cómo el cerro enterró el poco patrimonio que tenía: su casa.

–Después de que cayó la tierra, parecía como si nunca hubiera estado la casa ahí –describe con tristeza.

Lo único que ahora delata la existencia de su casa en ese cerro desgajado son un par de colchones destrozados, ropa tirada por todos lados, láminas estrujadas y la pantalla de un televisor inservible.

El 16 de septiembre, mientras Perfecta intentaba organizarle un velorio digno a sus hijas y a su nieta, su padre, Daniel Flores, de 92 años, agonizaba. El anciano, que según la mujer aún era sano y fuerte, la mañana del 15, como buscando mermar el dolor que le provocó la muerte de sus nietas, salió de su casa hacia uno de los cerros para ir a alimentar a sus chivos.

El 16, aún con la lluvia encima, el anciano no se puedo atender la gripa que le provocó la mojada que se dio por la mañana. En El Tejocote no hay centro de salud, El más cercano está en la cabecera municipal, en Malinaltepec, a una hora aproximadamente de distancia o en la ciudad de Tlapa, a una hora y media.

A don Daniel no solamente lo mató la gripa, sino la marginación y el dolor.

–Mi padre murió de dolor, de la tristeza de ver a sus nietas muertas.

Perfecta es indígena me´phaa (tlapaneca), cuenta con 46 años de edad, es baja de estatura y hasta hace un año era madre de nueve hijos y abuela de seis niños. Ahora le sobreviven siete hijos (César, Jesús, Marlén, Gloria, Abdías, Antonio y Salvador, Carrasco Flores) y cinco nietos (Leilani, Esther, Elvis, Adelaida y Antonio). Hace unos años se separó de su marido, está soltera. No tiene casa, ni trabajo, ni dinero para comprar maíz para alimentar a los cuatro hijos que aún tiene bajo su cuidado. Lo único que tiene por ahora es dolor.

A la mujer le preocupa el futuro de sus hijos, y tiene razón: ¿cómo los va alimentar sin dinero ni trabajo?

Antes de la tormenta, se rentaba por cincuenta pesos al día cosechando granos de café o limpiando las milpas de sus vecinos, con lo que lograba llevar a casa un poco de alimento; ahora, ninguno de sus vecinos tiene trabajo para ella, porque a muchos de ellos la tormenta Manuel también los convirtió en damnificados al perder, en algunos casos, sus casas o parte de sus cultivos.

Perfecta no tiene tierras dónde cultivar algo de maíz o frijol, que son los alimentos base para los habitantes de la región. Vive en Monte Pirámide, anexo de El Tejocote, localidad que fue una de las más afectadas en el municipio: el paso de la tormenta Manuel destruyó ocho casas incluida la de Perfecta.

Sin embargo, los muertos sólo los puso ella.

 

 

 

anterior - índice - siguiente

 

 

 

 

 

Twittear

 

C O M E N T A R I O S