La pobreza extrema en que viven la mayoría de los pueblos indígenas hace que México esté más lejos de alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) previsto para este año 2015, dio a conocer la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Por su parte, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en su informe del año 2014, señala: “A nivel estatal, las entidades en donde más se incrementó la pobreza en número de personas fueron el Estado de México (617 mil), Jalisco (284 mil), Puebla (262 mil), Nuevo León (138 mil) y Guerrero (113 mil)”.
En el estudio que Coneval dio a conocer en 2014 explica que la precariedad en las condiciones de vida de la población indígena en México es mayor a la de la población no indígena. “De acuerdo con las estimaciones de pobreza, el porcentaje de población hablante de lengua indígena (HLI) que se encontraba en pobreza en 2012 casi duplicaba al de la población no hablante (76.8 frente a 43.0 por ciento) y el de población en pobreza extrema fue casi cinco veces mayor (38.0 frente a 7.9 por ciento) de no hablantes”.
El (CONEVAL), señala en su página web que es organismo público descentralizado de la Administración Pública Federal, y que cuenta con autonomía y capacidad técnica para generar información objetiva sobre la situación de la política social y la medición de la pobreza en México. En 2012 a muchos no les gustó su informe, el exhibir al estado mexicano que no ha podido combatir la pobreza.
En su informe de ese año agregó: “Se contribuye que seis de cada diez HLI tienen al menos tres carencias sociales, mientras que esta situación se reduce a la tercera parte entre las personas no hablantes. Por otro lado, la mitad de la población hablante tiene ingresos inferiores al costo de la canasta básica alimentaria, contrario a 17.9 por ciento de población no hablante en la misma condición”.
En las observaciones destaca que las políticas dirigidas a la población indígena, debe de considerar la acumulación de desventajas, así como incorporar acciones, elementos culturales específicos, como la lengua, la relación con el medio ambiente y los sistemas particulares de conocimiento.
El CONEVAL al clasificar a los municipios del país según la proporción de población indígena que reside en ellos, de los 2,456 municipios en los que se dividía el país en 2010 (catorce más que en 2000), cerca de setenta por ciento muestran escasa presencia indígena. Esta población se concentra en uno de cada cinco municipios que pueden considerarse indígenas.
En el censo de 2010 indica que ocho de cada diez municipios indígenas o predominantemente indígenas son rurales. Donde disminuye la presencia de población indígena, aumenta la participación de municipios urbanos.
Mientras que en los municipios con escasa presencia indígena, cuatro de cada diez habitantes se encuentran en pobreza, en los municipios indígenas esta situación alcanza a casi toda la población: nueve de cada diez personas son pobres. De la misma manera, en municipios donde la población indígena es mayor, la mitad de ésta experimenta una extrema pobreza.
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2010, en México habitaban 112.3 millones de personas, de las cuales 51.3 por ciento eran mujeres y 48.7, hombres. “Esta composición es similar en la mayoría de los subgrupos de análisis, a excepción de la población HLI en hogares no indígenas, entre quienes seis de cada diez personas son mujeres”.
El estudio revela que en 2010, de la población en zonas rurales, 63.3% (16.8 millones) no contaron con servicios básicos de la vivienda, cifra que disminuyó en 2012 a 57.3% (15.6 millones). En este último año, 10.3% (9.3 millones) de las viviendas en las zonas urbanas no contaron con servicios básicos de la vivienda.
Mientras que la población indígena presenta reducción de las carencias por acceso a los servicios básicos de la vivienda, sólo se redujo de 65.3% (7.4 millones) en 2010, a 59.7% (6.8 millones) en 2012. A diferencia del resto de los indicadores, en 2012 Guerrero es el estado con mayor porcentaje de personas con carencia por acceso a los servicios básicos en la vivienda, mientras que en 2010 fue Chiapas (59.0% y 60.7%, respectivamente).
Agrega: “En Guerrero, entre 2010 y 2012, la población con carencia por servicios básicos de vivienda urbana aumentó de 33 por ciento (647 mil) a 37 por ciento (766 mil), respectivamente, ‘Atención especial a Guerrero’”.
Continúa el documento: “En cuanto al nivel de escolaridad, datos del Inegi 2010, del total de población de tres años o más, 8.5 por ciento no tiene escolaridad; 63.8 cuenta con escolaridad básica (secundaria completa); 14.4 con educación media superior; y 12.3 con educación superior”.
En el campo laboral, el Censo de Población y Vivienda, en 2010 mostró que más de la mitad de la población de catorce años o más se encontraba no tiene trabajo, con niveles cercanos a setenta por ciento en las edades productivas centrales (veinticinco a cincuenta años). “Los niveles de ocupación de la población masculina en estos rangos de edad ascendieron a noventa por ciento, mientras que entre las mujeres el nivel de ocupación más alto fue cercano a cincuenta por ciento”.
Agrega: “Perfiles de pobreza, carencias sociales y bienestar económico. Los datos de la medición multidimensional de la pobreza de 2010 y 2012 muestran que 45.5 por ciento de la población de México es pobre, es decir, percibe ingresos insuficientes para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias y, a la par, presenta al menos una carencia social; entre ella, 35.7 por ciento se encuentra en pobreza moderada y 9.8, en pobreza extrema”.
Al igual que en 2010, en 2012 Guerrero reportó el mayor porcentaje de personas con la carencia en comento (40.7 y 33.4 por ciento, respectivamente). En 2012, además de Guerrero, Chiapas, Oaxaca y Michoacán reportaron el mayor porcentaje de población con esta carencia (29.1%, 24.6% y 21.1%, respectivamente).
Referente a los derechos económicos, los pueblos indígenas enfrentan la peor crisis: “Los rasgos étnicos se vinculan de modo más estrecho a criterios estructurales con el habla, dicha precariedad tiende a acentuarse. Esto sucede tanto en el espacio de los derechos sociales como en el económico, cuya conjunción da como resultado que, en 2012, tres de cada cuatro personas que hablan lengua indígena y poco más de siete de cada diez integrantes de hogares indígenas se encuentran en pobreza”.
En contraste, alrededor de la mitad de la población que se considera indígena y de la que, a pesar de hablar lengua, no se considera indígena estaba en la misma condición, niveles mucho más cercanos a los de la población total (45.5 por ciento).
Asimismo, los niveles de carencias sociales que denotan condiciones de mayor vulnerabilidad, como la falta de acceso a la alimentación y la precariedad de la vivienda, son notoriamente mayores entre la población HLI y los residentes de hogares indígenas, y disminuyen conforme el vínculo étnico es más indirecto. Como el conjunto de la población, los grupos analíticos seleccionados redujeron la prevalencia de la mayoría de sus carencias o, al menos, las mantuvieron constantes entre 2010 y 2012.
Sin embargo, el cambio más drástico se observó en la carencia por acceso a servicios de salud. Debido a su mayor rezago en este aspecto y el hincapié que el sector salud ha puesto en la ampliación de la afiliación a programas de protección de la salud entre las poblaciones rural e indígena, resulta notable la disminución que los grupos con algún rasgo asociado a la pertenencia étnica experimentaron en esta carencia, la cual observó una reducción de más de siete puntos porcentuales entre la población general (de 29.2 a 21.5 por ciento), de trece puntos entre la población HLI (de 36.4 a 23.4) y de 11 puntos entre la población residente en hogares indígenas (de 35.9 a 24.2).
El ingreso monetario, es las más dramáticas y particular de la pobreza en persona con rasgo indígena. Los indicadores muestran de cómo la escasez de recursos económicos tiende a ser mayor entre los HLI: “ocho de cada diez perciben ingresos por debajo de la Línea Bienestar y disminuye conforme el grupo de referencia se parece más a la población no indígena”.
En Guerrero ser indígena, de alguna o varias maneras, implica una alta probabilidad de ser pobre y, con ello, ver vulnerado de modo sistemático el ejercicio de derechos sociales fundamentales.