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opinión

 

 

 

 

SITUACIóN ACTUAL
DEL PERIODISMO
EN MéXICO

 

 

José Albar Chavelas

 

 

In memoriam Erwin Flores Contreras,
amigo, hermano, camarada.

Con solidaridad para Ezequiel Flores Contreras.

 

La Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en México (RNDDHM) integrada por 180 defensoras
de derechos humanos de 22 estados y el Distrito Federal, manifestamos nuestra preocupación por la
seguridad de la periodista y defensora de los derechos humanos Jade Ramírez, quien también se
desempeñó como Consejera en la Junta de Gobierno del Mecanismo Gubernamental de
Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de noviembre
de 2012 a agosto de 2015. [Tomado del sitio web de Periodistas de a Pie]

 

 

 

I

 

La lectura de los medios impresos y electrónicos de información periódica (diarios y revistas) de las últimas semanas en México, sobre todo La Jornada, Proceso, Aristegui Noticias, Subversiones, Desinformémonos, SinEmbargo, Animal Político, El Sur de Acapulco y de las páginas electrónicas de algunas organizaciones internacionales que tienen como objetivo dar cobertura y denunciar las agresiones en contra de periodistas, como Artículo 19 y Reporteros sin Fronteras, revela que las agresiones (amenazas, asesinatos, desapariciones) en contra del gremio periodístico en México han aumentado de manera alarmante.

La situación del periodismo en nuestro país es grave, como se puede constatar al observar la persecución promovida por las autoridades, o en la que al menos son omisas, que busca callar, amedrentar, hacer huir, censurar y, peor aún, autocensurar a un grupo que dedica su trabajo a informar a la población. Un grupo de trabajadores que informa, es decir, da noticia o entera, con lo que dice; pero que también desinforma o no informa con lo que no dice.

En este decir o no decir, hay una toma de posición, consciente o inconsciente. Aunque existan algunos periodistas que puedan proclamarse “imparciales”, “objetivos” o “neutros”. Con tal proclamación no hacen sino acentuar y exhibir aún más su posición política o/e ideológica. Es precisamente esta toma de posición la que les ha costado la vida a muchos periodistas que han decidido informar-denunciar actos de corrupción, nepotismo, violaciones a los derechos humanos y otros ilícitos que sólo pueden ser perpetrados bajo el velo protector del Estado.

Antes de entrar a reseñar la ignominiosa situación que viven los periodistas en México, hay que dilucidar el papel que juegan éstos en las disputas por el poder y cuál es su papel en la reproducción o el combate de la ideología dominante. Esto sólo puede lograrse echando mano de teóricos que han estudiado la función que juegan los periodistas o los medios de comunicación en la sociedad.

 

 


II

 

En primer lugar, por cuestiones cronológicas y de análisis, consideramos importante iniciar con el planteamiento que sobre los periodistas hace el sociólogo alemán Max Weber (1864-1920) en su obra El político y el científico.Weber señala que la política es “la aspiración a participar en el poder o a influir en la distribución del poder”. Así, “Quien hace política aspira al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines”.

Weber diferencia a dos tipos de funcionarios encargados de operar o hacerse de este poder. Por un lado, los funcionarios profesionales y, por otro, los funcionarios políticos. Los últimos son los encargados del gobierno, de la dirección del Estado. En cambio, los funcionarios profesionalesson “trabajadores intelectuales altamente especializados”, que no varían con los cambios de gobierno, sino que permanecen para hacer funcionar la maquinaria estatal.

Sin embargo, al hablar de los periodistas los considera fuera de los funcionarios profesionales y más cercanos a los políticos, a la “figura típica del jefe político de Occidente”, que es el demagogo. Son el publicista político y el periodista “los representantes más notables de la figura del demagogo en la actualidad”. No obstante, Weber hace una advertencia con respecto a “las resonancias desagradables de esta palabra” y recuerda que fue Pericles, el gran orador de la edad de oro ateniense, el primero en llevar el nombre de demagogo. En este sentido, el periodista es un demagogo, según Weber, ya que se sirve del discurso “en cantidades aterradoras”, sobre todo de la “palabra impresa.”

El sociólogo alemán denota que el periodista, al igual que el artista, escapa de toda clasificación social precisa y que usualmente, por desgracia, es juzgado por “el comportamiento de sus miembros moralmente peores”. Sin considerar que “una obra periodística realmente “buena” exige al menos tanto espíritu como cualquier otra obra intelectual, sobre todo si se piensa que hay que realizarla con prisa, por encargo y para que surta efectos inmediatos”, por lo cual el periodista se debe pronunciar “rápida y convincentemente sobre todos y cada uno de los asuntos que el “mercado” reclama”. Por último, señala que la carrera periodística no es una vía para ascender a la jefatura política, pero que sí continúa siendo “una de las más importantes vías para la profesionalidad política”.

En estas líneas, Weber hace, a finales del siglo XIX, una caracterización del periodismo que en muchos sentidos parece vigente en nuestros días. Pero lo que aquí cabe resaltar es el lugar en que Weber lo coloca en su relación con el poder. En un área fuera, en cierto modo y sentido, de la influencia de los políticos, ya que no los considera como funcionarios profesionales a su servicio, sino con cierto halo de independencia y libertad, y tal vez por eso con una vida azarosa, como señala el autor.

Otro teórico importante que analizó el papel del periodismo es el marxista italiano Antonio Gramsci (1891-1937) que analiza su papel dentro de una sociedad dividida en clases sociales y que tiene su totalidad en el bloque histórico. Éste está dividido en la estructura, en la que se llevan a cabo las relaciones de producción de la sociedad, es decir, es la parte económica del bloque; y por otro lado la superestructura, en la que se realizan las relaciones de reproducción de la sociedad.

La superestructura a su vez está divida en sociedad política y sociedad civil. La sociedad civil es “la dirección intelectual y moral” de un sistema. Gramsci la llama también “Estado ético”. Éste es el ámbito donde se reproduce la ideología de la clase social económicamente más fuerte, es decir, donde se desarrolla la hegemonía. Por otra parte, la sociedad política está encargada de hacer valer los intereses de la clase dominante por medio de la fuerza física, esto es la dominación; a esto, Gramsci le llama “Estado gendarme”. Ambas sociedades constituyen el Estado.

Es en el nivel de la sociedad civil de la superestructura en el que se desarrolla el periodismo, junto a la escuela y la religión. Como instituciones encargadas de reproducir la ideología imperante, es decir, construir la hegemonía. De esto podemos entender que los periodistas no son sujetos imparciales o neutros, sino que tienen también intereses de clase y en este sentido pueden apoyar a la clase dominante y hegemónica. Sin embargo, debido a que existe una lucha de clases y la posibilidad de que una clase dominante (burguesía) sea sustituida por una clase dominada (proletariado), el periodismo puede jugar un papel contrahegemónico, es decir, ponerse del lado de la clase dominada para empezar a difundir su ideología y restarle fuerza a la clase hegemónica.

Así, los periodistas como intelectuales, juegan un papel fundamental en la lucha de clases y deben tomar posición respecto a la misma. Estas clases en el sistema económico vigente son la burguesía y el proletariado, de acuerdo al esquema marxista clásico. Del planteamiento gramsciano podemos deducir que el periodismo juega un papel importante en el mantenimiento o reemplazo de una clase hegemónica por otra que le disputará su hegemonía y dominación.

Por último, desde una postura crítica del marxismo, que utiliza algunos de sus conceptos pero que cambia su acepción original, tenemos la propuesta del francés Alain Touraine (1925-) que habla de los medios de comunicación desde el Modelo de Acción Histórica en su obraLa producción de la sociedad.

Lo interesante en Touraine es el nuevo significado que da al concepto de clase socialya que considera que las clases son hegemónicas, pero no por poseer el poder económico sino el poder cultural, es decir, que son capaces de imponer su ideología sobre resto de la sociedad. Las clases sociales de Touraine se encuentran en disputa, al igual que en Marx, pero buscan el predominio de su ideología. Este planteamiento es cercano al de Gramsci.

Otro concepto que retoma Touraine del marxismo, pero sin modificarlo, es la dialéctica, ya que considera que para que exista armonía entre los elementos que conforman el Sistema de Acción Histórica (SAH), éstos deben estar en constante contradicción, lo que los anima son “las tensiones inherentes al movimiento”.

El SAH no es un sistema de dominio sobre la sociedad, ni una unidad política, territorial y organizacional o un órgano de integración social y cultural, como lo es, por ejemplo, el Estado, sino más bien un modelo de sociedad constituido por un conjunto de formas sociales buscando pasar de un modelo cultural y creativo a un modelo de consumo.

En el SAH juegan un papel fundamental las agencias de Historicidad que son la ciencia, la educación y los medios masivos de comunicación.Touraine denota que una de las características de estas agencias es que poseen una “relativa y subordinada autonomía”. Son a la vez “perros guardianes” y “protestantes”. Es decir, los medios de comunicación tienen cierta autonomía que les permite estar en la oposición a la clase hegemónica, pero también se encuentran dentro de ella, porque manejan una parte o influyen también en la reproducción de la ideología dominante.

Los medios de comunicación se encuentran así influidos por los conflictos de clase que están vinculados a la acumulación económica, pero su área de acción propiamente dicha es en el SAH que se organiza alrededor del modelo cultural.

Podemos encontrar en la propuesta de Touraine un acercamiento mayor a Gramsci que a Marx, al que niega pero a su vez lo afirma al asumir y modificar algunos de sus conceptos. Pero lo que es importante señalar es la relación dialéctica, compleja y contradictoria en la que coloca a los medios de comunicación, que a la par que la ciencia y la educación, se encuentran muy cercanos a la clase hegemónica, pero muchas veces se vuelven contra ésta gracias a la relativa autonomía e independencia que poseen.

Una vez observado el papel que juegan los periodistas y los medios de comunicación en la sociedad desde tres diferentes enfoques de las ciencias sociales podemos recapitular diciendo que: los periodistas se encuentran permanentemente cercanos al poder e influyen en su distribución; los periodistas tienen cierta autonomía para estar del lado o en contra del poder o ir y venir entre estas dos posiciones de acuerdo a las circunstancias políticas del momento y, por último, los periodistas pueden jugar un papel importante en la reproducción de la ideología dominante o por el contrario jugar un papel contrahegemónico al informar-denunciar actos ilícitos de las clases en el poder, contribuyendo así en el debilitamiento de esta hegemonía.

Ya esbozadas algunas de las funciones que juegan los periodistas en la sociedad y denotando su importancia consideramos pertinente referirnos a la crisis que vive el gremio periodístico en México y finalizar estas líneas intentando dar una explicación de esta situación a la luz de estas perspectivas teóricas sobre el tema.

 

 


III

 

Desde el inicio de la llamada “guerra contra el narcotráfico” de Calderón en 2006, cuya estrategia continúa vigente, el país vive una crisis de seguridad y justicia sólo comparada con las de países en guerra. A finales 2012 se contabilizaban 116 mil muertos relacionados con la “guerra contra el narcotráfico”. Uno de los sectores más vulnerados y vulnerables durante este conflicto es el de los periodistas, que por cumplir su función de informadores han sido asesinados, desaparecidos o amenazados. En estos casos tienen una responsabilidad directa las autoridades ya que por acción u omisión han generado un ambiente de incertidumbre e indefensión contra este gremio.

De acuerdo a las investigaciones y seguimiento a periodistas afectados por la violencia en México, Reporteros sin Fronteras señaló en junio de 2013 que este país es uno de los más peligrosos para ejercer el periodismo. Esto debido a que en la última década habían sido asesinados ochenta periodistas y 17 habían desaparecido. Por otro lado, señaló que en el norte del país diversos medios de comunicación habían sido objeto de ataques armados y amenazas. Esta situación ha obligado a numerosos periodistas a exiliarse, sobre todo a la Ciudad de México, que hasta hace poco se consideraba como un espacio neutral o exento de este tipo de agresiones. Otro de los problemas graves que denuncia esta organización internacional es que algunos medios y reporteros han optado por autocensurarse al dejar de tratar temas riesgosos como el narcotráfico.

Por su parte la agencia de noticias Animal Político en febrero de 2014 publicó un informe para dar cuenta de los periodistas y otros trabajadores de diversos medios de comunicación que habían sido asesinados entre 2010 e inicios de 2014 en el país. La cifra es alarmante: 31 periodistas y trabajadores de medios de comunicación. La causa de las agresiones fue sacar a la luz información sobre corrupción y delincuencia. Otro dato importante es que la tercera parte de estos asesinatos (12) fueron perpetrados en Veracruz, durante la administración de Javier Duarte.

Animal Político, en referencia a la información del Comité para la Protección de Periodistas, una organización de corte internacional, señala que entre 1992 y 2013 en México habían sido asesinados 73 reporteros, fotógrafos y otros trabajadores de medios de comunicación. Del total de estos crímenes, 88 por ciento permanecen impunes y sólo ocho por ciento se esclarecieron y se procesó a los responsables.

En el periodo que analiza el estudio se registraron 12 asesinatos en Veracruz, tres en Chihuahua, tres en Coahuila, dos en Tamaulipas, Sinaloa, Nuevo León, Sonora y Guerrero, respectivamente y uno en Michoacán, Puebla y Oaxaca.

El 15 de agosto de 2015, The New York Times alertaba sobre la situación de los periodistas en México y señalaba que de 2010 a la fecha al menos 40 periodistas habían sido asesinados y otros 20 estaban desaparecidos.

Respecto al caso del estado de Veracruz y el asesinato de la periodista Regina Martínez el 28 de abril de 2012, la revista Proceso, al informar y denunciar sobre el asesinato de Regina señalaba algunas de las formas en que este medio informativo era agredido y boicoteado en ese estado, por ejemplo, con “el secuestro y la compra masiva de ejemplares por parte de quienes se sienten afectados por lo que publicamos.” Lo que había obligado al medio a ocultar en el anonimato el nombre de sus reporteros, enviados especiales y corresponsales.

En el mismo sentido, Artículo 19, al presentar su Primer informe semestral 2015 Más violencia, más silencio, denuncia que en los primeros seis meses de 2015 se han documentado 227 agresiones contra la prensa en México y que ya se había registrado el asesinato de seis periodistas. Señala a su vez que las entidades con mayor número de agresiones son: Guerrero con 38, el Distrito Federal con 33 y Puebla con 29.

 

 


IV

 

Respecto al estado de Guerrero, una de las últimas agresiones contra periodistas es la sufrida por Ezequiel Flores Contreras, corresponsal de la revista Proceso, y que salió a la luz pública el 23 de agosto de 2015. Ezequiel Flores se ha dado a la tarea de denunciar posibles actos de corrupción de la administración del gobernador provisional del estado, Rogelio Ortega Martínez. Este último ha respondido con hostilidades en contra del comunicador en lugar de desmentir los señalamientos con documentos que muestren de manera contundente lo contrario.

Una agresión contra cualquier periodista en México, no puede ser tomada a la ligera, sobre todo si consideramos la gran embestida autoritaria que se ha caracterizado por graves violaciones a los derechos humanos y la impunidad, como en los casos de Ayotzinapa, Tlatlaya y Apatzingan.

Rogelio Ortega debe pedir una disculpa pública –no en su Twitter, desde donde se ha ocupado en “combatir” a sus críticos– a Ezequiel Flores por faltar a la memoria de su hermano, que fue aludido para llamar mentiroso al periodista, y sobre todo por poner en tela de juicio su trabajo periodístico. Ya que hasta el momento no ha procedido legalmente contra él, pero tampoco ha demostrado con documentos fehacientes que lo que el reportero dice es falso.

La amenaza, aunque se esconda y pretenda vulgarizarse en la ironía y la sorna, no puede tolerarse a ninguna autoridad contra ningún periodista en este país con el contexto represivo que ya se ha referido. Ortega debe dar garantías para que Ezequiel y todos los periodistas de Guerrero ejerzan su labor periodística sin cortapisas. Lo demás, prepara el ambiente para que la represión continúe y se quiera seguir callando la verdad asesinando periodistas.

Cualquier régimen que se diga democrático debe permitir la crítica. Lo preocupante es cuando nos damos cuenta que ésta empieza a ser acallada y en lugar de que la clase política busque salir avante de ésta, la ningunea, la hostiliza y, en el peor de los casos, la aniquila. Este alejamiento de la tolerancia a la crítica por parte de las clases hegemónicas no es algo que deba tomarse a la ligera. Una de las características de los regímenes totalitarios es precisamente el aniquilamiento de toda posición crítica por nimia que sea.

El papel de los periodistas en la sociedad, como hemos señalado, es de suma importancia. Permite que la distribución del poder sea transparente. Que se tenga a los funcionarios públicos constantemente bajo el escrutinio de la ciudadanía. Ideológicamente también juegan un papel relevante en la concientización de las clases subalternas y dominadas o, por el contrario, para que éstas sigan subyugadas.

Por eso exigimos respeto a la libertad de expresión, el respeto a nuestro derecho a estar informados y que se garantice el trabajo de los periodistas en el estado de Guerrero y en todo México.

 

 

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