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El tesoro, ritual indígena
en San Martín

 

 

Kau Sirenio

 

 

Danza de Los Moros. Tradición. [Foto: Kau Sirenio]

 

 

 

 

El estruendo del ¡¡¡e-a, e-a, e-a…!!! y las primeras notas del Son de la tortuga marcan el arranque del ritual del Tesoro en San Martín. Hombres y mujeres danzan alrededor de las ollas de pozole al ritmo de la banda Santa Cecilia. Unos llevan el alimento prehispánico en bidones de lámina; otros, las botellas de mezcal, y uno más hace sonar la alcancía “del tesoro” como si fuera sonaja.

La peculiar noche del Tesoro en este poblado del municipio de Quechultenango, situado a media hora de la capital del estado, Chilpancingo, sirve de marco para el recibimiento de la nueva mayordomía patronal de San Martín Obispo, que se celebra cada 11 de noviembre. El tradicional recorrido por las principales calles de la comunidad no se sujeta a una sola fecha: puede variar el día, aunque la costumbre sea el segundo domingo de carnaval.

–Es el inicio de la mayordomía cuando se lleva el tesoro a la Iglesia, y de ahí a la casa del mayordomo saliente –explica Reynaldo Venalonzo Ocampo, ex comisario de la comunidad.

La fiesta tiene raíces indígenas, a pesar que los pobladores buscan ligarlo al catolicismo para huir de sus pasados nahuas. Beto, aparte de que ambienta con su flauta la Danza de los moros, es el único hablante de náhuatl que queda en este lugar.

Al cabo de diez vueltas bailando en torno a los bidones de pozole, el diputado toma el camino para recorrer las principales calles del pueblo. Al frente de la caravana van chavos y chavas coreando el ¡¡¡e-a, e-a, e-a!!!; le siguen los diputados con las cubetas de pozole; luego, mujeres que alumbran el camino con velas, y los músicos. Así zapatearon hasta llegar al templo, para depositar allí una de las dos ollas de pozole y la morralla de la alcancía. De allí, sin soltar el ritmo, llegan a la casa del mayordomo saliente, donde dejaron la otra cubeta de pozole.

En esta ocasión, el cortejo bullanguero finaliza en casa de Yolando Venalonzo Ocampo, donde se sirve el pozole acompañado de café, mezcal, tequila o refresco.

Al amanecer del domingo, se volvieron a reunir en la casa de Yolando, para ir a misa y de ahí llevar la imagen de San Martín Obispo al domicilio del nuevo mayordomo, con el ambiente festivo de la Danza de los Manueles, Los Moros, Los Diablos negros y rojos y la Banda Santa Cecilia.

Como la noche anterior, el rito religioso termina en la mesa coronada de cazuelas de pozole con las consabidas bebidas, entre el estruendo d ella música de viento.

 

 

 


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En la cocina donde la noche anterior le bailaron a los bidones convertidos en ollas de pozole, el ajetreo continúa. Los “diputados” corren de un lado a otro con sus charolas repletas de cazuelitas de pozole para los comensales. Unas mujeres se apuran a picar cebollas, otras cortan limones y vacían condimentos en platos, y sus maridos los llevan a las mesas de los invitados.

Cerca de allí, en la mesa de invitados especiales que acomodaron a la sombra del zapote negro, Reynaldo explica a Trinchera quienes son los “diputados”. Él ha sido diputado en varias ocasiones. En 2003 fue comisario municipal de su comunidad.

–Antes, la mayordomía se apoyaba con 12 familia; ahora son 11 familias que se les conoce como “diputados”. Hay diputado primero y diputado segundo.

De acuerdo a la organización comunitaria de San Martín, cuando alguien pretende convertirse en mayordomo, debe de acudir a la comisaría a ofrecer su servicio; una vez que el comisario haya platicado con los integrantes de la comisaría, él y el aspirante a mayordomo acuden al domicilio del mayordomo en funciones que tiene la imagen de San Martín Obispo, para comunicarle que se va renovar la mayordomía.

Una vez que se organizaban las nuevas mayordomías, ese mismo día se proponían las personas que serán diputados. Para esto se nombran 12. El diputado primero será el responsable general de coordinar los trabajos para la fiesta. El diputado segundo asumirá la coordinación cuando el primero esté indispuesto para cumplir su encomienda. La indisponibilidad podría ser por una enfermedad o asuntos personales de urgencia, más por borrachera.

“Los diputados –retoma Reynaldo– son electos por el mayordomo entrante. Ellos son personas de mucha confianza… antes, el número era de 12 personas, acompañados de sus esposas e hijos que pueden trabajar durante la noche del Tesoro y en la feria anual del 11 de noviembre. La función de los diputados abastecer de leña la cocina, matar los puercos, las reses, conseguir ollas o bidones para el pozole, las cazuelitas para servirlo, apaxtli (cazuela con tres patas) y las cucharas”.

El ritual de la noche del Tesoro ha sufrido cambio al paso del tiempo. “Antes, el pozole se llevaba en ollas de barro o cazuelas, era más pesado y hacía más difícil bailar, pero desde que alguien compró una cubeta de lámina en 1965, desde ahí fue más fácil hacer el recorrido”.

–¿Sólo cambiaron las cazuelas por las cubetas de lámina o hay otros cambios en la cocina? –pregunto.

–No, en la cocina también hay cambios. En aquellos años, el pozole se cocinaba en ollas de barro, se hacía en tres o cuatro ollas, porque no había bidones como ahora.

“Además no había cucharas, así que los diputados se iban a cortar el izote para hacer cucharas provisionales, llenaban dos o tres chiquigüites aunque no servía de mucho porque se doblaban con lo caliente. En lugar de mesa se ponían hojas de plátano en el suelo para comer. El mezcal era preparado como el torito… agua fresca, ahora se toma refresco. La tradición tiene muchos años, más de cien, desde que tengo uso de razón ya se hacía… siempre ha sido pozole, hasta ahora no se ha cambiado”.

La población de San Martín llega a 1056 personas, repartidos en 518 varones y 538 mujeres. Nueve personas viven en hogares indígenas (techo de palma y zacate). Sólo uno habla lengua indígena, el náhuatl.

 

 

 


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Mientras observo escucho a la Banda Santa Cecilia que toca a todo pulmón la rola Veinte mujeres de negro. Pregunto a unos muchachos que llegan a la fiesta acerca de San Martín Obispo;: nadie supo decir el origen de la imagen ni la razón el por qué todos bailaron y comieron pozole en la noche de Tesoro.

En la página web cruzada por cristo se lee que antes de que San Martín fuera obispo, primero fue soldado húngaro que se unió a la escuela de San Hilario en el año 339 D. C., y funda en Ligugé, cerca de Poitiers, el primer monasterio de todo Occidente en 360. Después evangelizó al sur de Francia: Toulouse, Poitou, Saintonge, Auvernia y Berry, y aun para la de París.

 

 

 


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Las esposas de los diputados se encargan de los adornos de papel crepé. Sentadas en torno una mesa rebosante de pliegos de varios colores, unas cortan, otras doblan y las demás hacen cadenas.

En el otro extremo del patio, los dos primeros diputados lavan la carne de puerco. Machete en mano, abren la cabeza del animal que yace en pedazos en una criba adaptada para la ocasión. Cuidan hasta el más mínimo detalle.

Petra Contreras Rosario esposa del segundo diputado, Octavio Marcos Bello, se asoma a la cocina, pregunta a los hombres si ya acabaron de lavar la carne y la cantidad. Octavio le contesta que la carne ya está lista, así que mujer pide que repartan en partes iguales para cada bidón, mientras que Gregorio le dice a su ayunte que vaya por la sal.

Después de revisar la cocina Petra regresa a su lugar para seguir con su labor. Mientras engrapa el papel, habla de las mujeres que forman parte en la cocina.

Dice que las cadenas de papel servirán para adornar las botellas de mezcal; además, para repartirlo entre los jóvenes que bailen en el recorrido del Tesoro. No desaprovecha para hablar del ritual que habrá de realizarse en la noche. “Cuando inicie el recorrido del Tesoro, los dos primeros diputados cargarán las cubetas de pozole. Luego bailarán alrededor de los bidones, junto con el Tesoro, que consiste en un bote de lámina con tapa, al cual se les ponen monedas que los vecinos aportan, de preferencia deben de ser monedas para que suene mucho cuando se camine por las principales calle”.

 

 

 


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Pedro Alejo Carpio trae un atuendo multicolor; deja su machete en el piso y apresurado se quita la máscara, mientras habla con los integrantes de la Danza Los moros para que se pongan cómodos; después toma un trago de mezcal y se sienta para platicar.

Cuando le pregunto acerca de la tradición del Tesoro, de inmediato hace memoria y habla. “Hay tres tesoros en todo el año, el primero es en el recibimiento de mayordomía en febrero que puede ser variable la fecha y el año. El 7 de noviembre se inicia la feria, con el corte de la flor, el 8 se confeccionan los arcos florales, el 9 sale el tesoro de la casa del segundo comisario y se hace el mismo ritual. El 10 es en el domicilio del mayordomo que está saliendo del compromiso. Ese día hay cinco danza: Los moros, Los diablos negros y rojos, Los Manueles, Los tlacololeros; además, se recibe a los visitantes que traen arreglos florales; y el 11 es la fiesta patronal”.

Pedro Alejo Carpio, integrante de Danza los moros, dice que esta danza tiene años que se baila en esta festividad, y afirma que es la danza oficial de la comunidad y que la conforman 15 pares (30 integrantes). “Eso que estamos incompletos: los músicos son adultos, que llevan percusiones, un niño y un adolescente en la flauta”.

Mientras los demás cucharean el pozole, Yolando me platica del cargo que acaba de asumir, así como de su primera experiencia como mayordomo. Hace 25 años salió de su pueblo, y ahora regresa para revivir la tradición que de niño disfrutaba con sus amigos.

“Siento una alegría servir al santo patrón; el año anterior, platicamos con mi esposa y propusimos hacer la fiesta”.

Luego retoma su ausencia en San Martín. “Era muy joven cuando me fui; ahora que regreso quiero servir al pueblo, porque es una fiesta tradicional. Espero que no cambie o cambien la religión; hay que conservar las costumbres. Con el apoyo de los diputados estamos sacando adelante los trabajos que asumimos, además de la hermandad religiosa, la música y las danzas” dice el también exmilitar.


 

 

 

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Cuando la Banda Santa Cecilia entró a la cocina, todos entendieron que era la hora de empezar con el ritual. Cada quien tomó lo que debía de llevar para bailar esa noche. Los diputados cargaron sus cubetas de pozole; los demás, el mezcal. Y las mujeres tomaron los platos con los ingredientes y se pusieron a bailar alrededor de los tres bidones donde hirvieron el pozole todo el día sábado.

Así empezó una noche más de fiesta en San Martín, mientras que grandes y chicos ya movían los pies y gritan a su manera ¡¡¡e-a, e-a, e-a, e-a, e-a!!! Los más grandes toman su copa de mezcal y los niños sus vasos de refrescos.

En la cocina, Yolando y su esposa, vela en mano, se unieron al ruedo con ¡¡¡e-a, e-a, e-a!!! Bailaron cuando menos cinco minutos, hasta que el diputado primero, Gregorio Tepetlanco, con el pozole en mano empezaba el baile callejero.

Las calles angostas de San Martín lucen los tecorrales. En cada esquina, familias enteras esperan al contingente para unirse a él. Una cuadra bastó para que los diputados se rolaran las cubetas de pozole. No es para menos: cargar y bailar no es cosa menor. La mayoría van bañados de sudor.

Las mujeres de la hermandad religiosa, con velas en manos, también gritan ¡¡¡e-a, e-a, e-a, e-a, e-a!!! Las señoras de la retaguardia beben mezcal y el cohetero echa los cohetes conforme avanza la comitiva.

Después de recorrer unos 600 metros, llegan bailando a la iglesia. No estuvieron mucho tiempo allí, nada más el suficiente para dejar una de las ollas de pozole ante el altar de San Martín y quemar incienso de copal. Al terminar el rito abandonan la iglesia para seguir bailando hacia la casa del mayordomo saliente.

Así se vive la fiesta en San Martín, en una mezcla entre el indigenismo y el catolicismo.

 

 

 

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