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bala perdida

 

 

 

 

Cecilia Jacintos:
de la fotografía
a la pintura pura

 

Eduardo Añorve

 

(Primera de dos partes)

 

Cecilia. [Foto: E. Añorve]



 

 

Cecilia Jacintos Zapata tiene 23 años, nació en Cuajinicuilapa, y está haciendo su tesis para titularse como licenciada en Artes Visuales en la que fue la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP) de la UNAM, que ahora cambió a Facultad de Artes y Diseños, donde se especializó en fotografía y pintura, un poco en aquella (año y medio) y un mucho en ésta (dos años y medio).

Ella nunca pensó estudiar artes visuales, incluso, cuando ingresó a la ENAP no tenía claro qué eran las artes visuales, pero en la preparatoria, el conocimiento de la historia de las culturas y el arte en las culturas la llevó a enfocarse al arte y las humanidades. Curiosamente, ella quería estudiar medicina o biología, pero los planes de estudio de artes visuales la atrajeron.

–¡Perdimos una médico!

–Mjú… (Se ríe, por lo bajo)

–Los médicos luego se hacen ricos…

–Y a lo mejor a mi familia también le hubiera gustado que yo estudiara medicina, ¿sí?, quizá por eso. Pero, hasta eso, siempre me dieron la libertad de que yo escogiera lo que quería estudiar…

–Y hubo reacciones…

–Sí, un poco. Ya, a lo último, dijeron: Haz lo que quieras, pero al principio todos dijeron que no, que eso no, o cómo eso, y así… Y pintura, porque ya en el primer semestre fui revisando los talleres y viendo el trabajo de los maestros, y fue lo que más me llamó la atención, lo que más me gustó a mí. Foto me gusta más, y me fui dando cuenta que en los ejercicios que hice ya iba buscando algo más… sí, la realidad, pero era más la textura de un objeto, no el objeto en sí, no me llamaba tomar el objeto en sí y meterlo en un contexto…

Por ese lado, dejé la foto, porque lo que yo hacía era diferente a lo que hacían los demás, y allí sí tuve problemas con una maestra, porque decía que… en la Universidad todos pretenden hacer escuela con los alumnos, y me imagino que fue por eso. Por eso también me aparté un poco de la foto y me metí más a pintura.

–¿Qué hacías diferente?, ¿qué quería ella que hicieras?

–Estaban trabajando, unos con retrato, otros con el objeto en sí, pero es que si lo que yo fotografiaba, por ejemplo, era parte de una textura, una corteza de un árbol y sólo buscaba la composición, el juego de luces, entonces, no había una figura realista… más que nada, quería ella que jugara más con la luz, que fuera más inmediata la captura de la imagen o no tan controlada. Porque a veces sí lo hacía a medio día, porque era en la escuela, pero iba buscando el lugar, por ejemplo, en el jardín, y había quienes se iban directo a la calle, con cosas en movimiento.

–Y optaste por la pintura, te gustó por la maestra; ¿y qué decía tu corazón?

–Me identifiqué con ella, un poco por su forma de ser, que, ya ahorita que salí me di cuenta que fue como un refugio mío, que tenía cualidades que yo también tengo, y ahora que la veo desde afuera entiendo por qué realmente estuve con esa maestra y no con otros maestros más, de pintura, ¿sí? Digamos que fue en sí lo que yo buscaba, pero que, a su vez, había otros factores que me hacían quedarme con ella, más que su pintura…

–¿Qué suponías?, ¿que tenías talento para la pintura?, ¿no representaba dificultad dibujar?

–Al principio, y hasta ahorita, sí lo hago, pero no como mucho de mis compañeros que ya tenían claro: arte o artista visual. Yo, eso lo veo como algo muy superior, ser artista, porque, al principio, tampoco tenía claro qué era exactamente un artista visual, y más porque yo no crecí con eso, y si me llamó la atención esa área fue porque desde niña hasta mi adolescencia fue que empecé a ver un poco más sobre cultura, y todo ese medio, pero antes no, pues acá, ¿cómo?

Mi familia no es de las que les llame la atención esto, o que les guste, y el único acercamiento que tuve fue hasta que estuve en el DF y salía a museos con mi tía, y ya, hasta la prepa.

–Descubriste la pintura en el camino…

–Fue cuando estudié las culturas, en general. Cuando estuve revisando imágenes, la arquitectura y eso, allí fue donde me llamó más la atención. No, una cultura específica o una corriente artística; y ya en el taller fue estrictamente marcado por la maestra que tenía que ser abstracto o no figura, aunque no fuera abstracto, porque ella siempre dijo que para el acto creativo era mejor empezar de la nada y ya, de allí, ir modificando una figura o algo creado por ti, a copiarlo.

Ella es muy espiritual, medita, y nos ponía inciensos y así, y ella decía que era mejor empezar de la nada o de lo que tú estabas sintiendo, a empezar con una imagen para no limitarnos, y ya después nos decía: Si saben ver, van a poder hacer las cosas e interpretarlas como quieren, y sí tienen que poner atención en cada detalle que hay en el paisaje simplemente en el recorrido que hacen de la escuela a la casa, y de la casa a cualquier lugar que vayan, y allí van a encontrar infinidad de cosas.

–¿Cero dibujo realista?

–Allí sí llevábamos bocetos; teníamos revisión de libreta de apuntes cada cierto tiempo, de, por ejemplo, si iba en el camión, el chofer, la ventana, cosas así; no era totalmente abstracto.

–¿Y cómo te sentiste en ese taller?

–Bien, sí. Al principio me daba miedo, porque yo sabía que antes no fui a talleres, y pintar así, a capela, enfrente de un maestro y en la Universidad, sí me daba terror, me daba miedo. Y ella nos decía: Primero aprendan teoría del color, aprendan composición, aprendan a manejar la forma y ya, después, hagan cocina si quieren.

Éramos libres, hasta cierto punto, porque, en cuanto a presión, era el taller en el que teníamos que estar pintando más, digamos un cuadro por semana, y eran ejercicios de color, casi todo el primer año fue color, mientras que en otros talleres ya estaban trabajando con proyecto, con tema libre, y nosotros todavía seguíamos trabajando con color. Realmente no fue tan libre para nosotros.

–¿Y después del color?

–Después ya nos pedía composiciones, objetos, marcar planos, la luz; ya, los matices eran parte de la composición, y ya, ir marcando profundidad y planos.

–¿Veían el trabajo de pintores?

–Sí, a de Kooning, a Kandinsky, a Mondrian… casi todos eran abstractos y expresionistas… a Pollock. También veíamos a Rembrandt, a El Greco, a Turner.

-¿Y luego?

–Después de eso empezamos a hacer los proyectos personales. Un proyecto es una metodología para desarrollar un tema, tiene sus pasos y su procedimiento. Si un punto salió mal, ya te echó a perder todo lo demás.

–Camisa de fuerza.

–Sí, me descontroló. Bueno, me bloquee porque no sabía para dónde, y más porque estaba acostumbrada a que ella me tenía que marcar lo que seguía, lo que teníamos que hacer. Y ya, ahorita, yo tenía que marcar todo eso que ella me decía. Salí, me ayudaron mucho las otras materias, las teóricas, como Teoría del arte, Historia del arte mexicano, y más que nada por cómo le puedes dar un proceso o algo tan metodológico a algo que no es así, cómo puedo planificar la creatividad, y eso me costó trabajo.

Y cuando veía a algún artista, como los conceptuales, por ejemplo Cruz Villegas, fue uno de los que revisé, y dije: No, pues, mejor hubiera estudiado otra cosa, ¿no?, otra carrera, donde realmente sí viera todo el proceso o algo realmente… de escribir, de hacer una narrativa…

–Tener un marco de referencia donde moverse…

-Sí, y es algo que no lo vi y que en la Universidad ya me lo pusieron hasta el tercer año; me costaba trabajo.

–Pero no renunciaste…

–Sí. También por la presión de que: ¿Cómo voy a renunciar y qué van a decir mis papás? [Risas] Y también porque realmente sí quería hacerlo, pero sí me costaba mucho trabajo. Y también por mi forma de ser, porque soy muy hacia mí, hacia dentro.

–¿Sobre qué fue tu proyecto?

–Fue más hacia el color. En un principio yo tenía como un… bueno, la maestra lo decía como un problema… que yo contrastaba mucho los cuadros… bueno, aún lo sigo haciendo un poco, pero ya de una manera más consciente… y a ella le molestaba mucho que de repente yo agarrara un rojo y lo mezclara con un verde, en las mismas cantidades o en el mismo valor tonal. Y lo que ella siempre me decía… yo nunca me di cuenta… que eso tenía que ver con la parte donde crecí, con Cuaji o con Guerrero, porque acá, obviamente, los contrastes de colores son diferentes a los del DF, que mis compañeros, por lo regular, hacían tonos grises, más matizados y menos puros.

Basándome en eso fue que comencé a trabajar en el color, mi tema fue el color: cómo jugar con los contrastes del color en una composición, sin que se vuelva… porque ella decía que eran una mentada de madre, mis cuadros, y eso también sí, como que… al decirme ella eso, yo me sentía de: Pero, ¿por qué? Su respuesta fue que era así por la fuerza que yo tenía, y que aparentemente era muy tranquila y calmada, pero que al hacerlo en el cuadro salía todo lo que no decía. Yo no lo veo así, pero, quizá sí.

Fue ésa su respuesta, que era mi forma de ser, y el yo. Ella es de Baja California, de Ensenada, y decía que sus grises o los tonos que ella usaba eran por el desierto, por la neblina, cosas así, pero yo nunca pensé en el sol de Cuaji, ¿no?, fue inconsciente. .


 

Los cuadros de esta creadora pueden apreciarse
en el blog: El inefable placer.


 

 

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